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La alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, entrega al obispo, José Manuel Lorca Planes, la onza de oro que simboliza la aportación municipal al sostenimiento del Santo y Real Hospital de Caridad.

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La alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, entrega al obispo, José Manuel Lorca Planes, la onza de oro que simboliza la aportación municipal al sostenimiento del Santo y Real Hospital de Caridad. Pablo Sánchez/ AGM

El obispo Lorca Planes entregará a la patrona de Cartagena la cruz pectoral que le regaló San Juan Pablo II

Lorca Planes quiso tener un gesto de gratitud con la ciudad mientras espera que el Papa lo releve por haber superado la edad de jubilación

Viernes, 11 de abril 2025, 14:33

Apenas daban todavía las once horas. Los granaderos pasaban por delante del Palacio Consistorial y, en el interior de la casa de todos los cartageneros, se mascaban los nervios. La Corporación municipal posaba en la escalera principal para la foto protocolaria y, acto seguido, todos los ediles eran llamados a formar filas por orden de protocolo. A la cabeza, los policías de gala y los maceros con sus trompetas seguidos por todos los concejales. Cerrando el desfile, los portavoces de los grupos, los tenientes de alcalde y la alcaldesa, Noelia Arroyo.

En la Serreta, bullicioso lucía el acceso a la basílica. Las cuestadoras recogían los donativos para el hospital y monaguillos, diáconos y seminaristas, de blanco impoluto, aguardaban con sus cirios e incensarios la llegada del obispo, José Manuel Lorca Planes, para presidir el oficio. En lo más mundano, la nota la dio un grupo de ciudadanos que se concentró a la espera de las autoridades con dos grandes pancartas. «Casi 80 años de abandono y desidia. Obispo, por caridad, arregla la Catedral ya», rezaba una de ellas.

A las puertas de la iglesia apareció también el presidente regional, Fernando López Miras, acompañado de varias de sus consejeras. Con honores, todos juntos ingresaron al templo y la alcaldesa, antes de cruzar el umbral, se deshizo del bastón de mando, el cual entregó a su personal de confianza en tanto que, intramuros, la regidora perpetua de la ciudad no es otra que la Caridad.

Autoridades civiles, académicas, religiosas y militares tuvieron su nombre inscrito entre los asientos de primera fila y fueron testigos directos junto a los concejales del siempre mágico momento de la entrega de la dorada onza a la patrona. Tras la entrada de sus excelentísimos señores, les siguió la procesión religiosa que remataba a la cola el prelado de la Diócesis. También le acompañaban un grupo de 'manolas' a las que les aguardaba en su banco la cestilla para recoger las limosnas de la feligresía y obsequiarles a cambio con una estampita.

Amor profundo por la ciudad

Como ya sucediera en el Miserere y en la Salve Grande california, de nuevo la eucaristía tuvo un recuerdo especial para el que fuera rector de la Basílica de la Caridad, el recientemente fallecido padre Francisco Montesinos. «Él se sentía cartagenero y amaba profundamente a esta ciudad», destacó Lorca Planes.

Durante su homilía, el obispo invitó a los presentes a mirar a la Virgen de la Caridad como verdadera madre de todos. «Hoy hemos venido a dar gracias y a bendecir al Señor por el gran regalo de su Madre de la Caridad en sus dolores como Madre nuestra».

Tras el obispo, la alcaldesa se postró frente al altar tal y como marca esta tradición cartagenera que data del año 1762. La onza de oro, que siempre es la misma, simboliza la aportación de 50.000 euros que anualmente otorga el Consistorio cartagenero al Santo y Real Hospital de Caridad para el sostenimiento de su labor social de atención a los enfermos y desamparados.

En su intervención, la alcaldesa ensalzó su labor como un ejemplo de servicio, entrega y compasión hacia los más desfavorecidos. «Recorrió el camino de la caridad, puso panes y peces en las manos de los más necesitados, buscó y dio protección a los más desamparados. Quienes tuvimos la suerte de conocerlo seguiremos viéndole siempre cada vez que miremos hacia este altar. Lo veremos justo donde está: junto a la Madre a la que sirvió con ilusión y generosidad».

Solidaridad por gratitud

Arroyo recordó que la solidaridad de los cartageneros tuvo este pasado año una de sus manifestaciones más evidentes durante la movilización para ayudar a los valencianos afectados por la dana de octubre. En este sentido, la alcaldesa anunció que un grupo de valencianos iban a participar en la posterior ofrenda floral. «Nuestros hermanos valencianos devuelven hoy solidaridad con gratitud».

Finalizada la alocución de la alcaldesa, el obispo procedió a la consagración y la comunión. Antes de cantar el esperado 'Podéis ir en paz', Lorca Planes guardó justo para el final una sorpresa. El prelado anunció que entregará a la Virgen de la Caridad el pectoral bordado en hilo de plata que le regaló el Papa San Juan Pablo II cuando lo ordenó obispo.

La entrega, incidió el religioso murciano, es un sencillo gesto de gratitud con Cartagena justo en el momento en el que ha comunicado al Papa que, con los 75 años ya cumplidos, está dispuesto a abandonar la mitra. «Probablemente esta sea la última vez que celebre como obispo la misa a la Virgen de la Caridad y estaba bastante emocionado, porque siempre me han tratado muy bien», compartió.

La entrega de la «reliquia», tal y como la denominó el propio obispo, se producirá, adelantó Lorca Planes, sin ningún boato y de forma íntima. Según señaló el todavía titular de la Diócesis de Cartagena, quiere llegar al final de su episcopado totalmente desprendido de galones. «Me quiero ir desnudo como los hijos de la mar, ni dinero ni honores, nada», dijo parafraseando su carta de renuncia dirigida al Papa Francisco.

Turistas graban la salida de la comitiva municipal del Palacio Consistorial. Pablo Sánchez / AGM

Los cruceristas vivieron el día grande con tiempo desapacible

Este Viernes de Dolores amaneció fresco, nublado y sobre todo ventoso. Pero sin suficiente frío como para echar mano de demasiado abrigo. La comitiva municipal, caballeros en chaqué y damiselas con banda, salían a la calle casi al mismo tiempo que los primeros turistas desembarcaban curiosos del crucero 'Zuiderdam', que amarraba en los primeros compases de la mañana en el muelle de Juan Sebastián Elcano. Los viajeros más afortunados desconocían que tocaban suelo cartagenero en el día grande de la ciudad y se llevaron así un gran recuerdo. Y es que prácticamente todo el recorrido estuvo jalonado de fotos y vídeos teléfono en mano.

Aunque el cortejo partió solemne, los ediles no podían evitar comentar lo, en cierto modo, ridículos que se sentían entre tanto protocolo. Así, charlaban con su compañero de fila de lado de lado e intercambiaban unas risas en el camino por la calle Mayor, Jara y la Glorieta San Francisco hasta la basílica de la patrona. Al paso frente al azulejo con la imagen de la Dolorosa de Salzillo, entre las calles San Vicente y Arco de la Caridad, los granaderos estuvieron a punto de interponerse en el camino de la Corporación, pero, advertidos estos por los agentes, se detuvieron y no hubo mayor problema.

Tras la eucaristía en la basílica, los ediles hicieron el paseíllo de vuelta hasta el Palacio Consistorial para después retirarse a sus casas para tomar un respiro antes de la ofrenda floral y tras el madrugón de algunos de ellos para ver en la madrugada de este viernes al Cristo del Socorro.

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