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A Sergi Guilló (Elche, 1991) una lesión de rodilla le retiró demasiado pronto de los terrenos de juego. Pero no del fútbol. Ahora intenta ... transmitir su criterio como mediocentro desde el área técnica. Exjugador del Real Murcia y mano derecha de Mario Simón en el equipo que ascendió en Alicante, asoma como un entrenador prometedor. En su primera experiencia al mando estuvo muy cerca de ascender al Orihuela a Primera RFEF. Él sí lo hizo, en la AD Mérida, equipo que está llamando la atención en el comienzo de Liga. Es el líder y el domingo visita a los granas.
–¿Qué tal todo? El Mérida ha empezado bastante bien.
–La verdad es que aquí lo tienen muy claro. Han dado un paso adelante en cuanto a preparación física. También en los fichajes utilizan mucho el 'big data'. Me he adaptado muy rápido a su forma de trabajar. La pretemporada está dando sus frutos. Andamos muy bien en lo físico y en lo futbolístico. Nos permite hacer muchos esfuerzos a nivel de presiones. Han cogido rápido mi idea.
–¿En esa idea de juego qué tendría más importancia?
–Siempre presionamos alto y siempre queremos proponer, buscar la forma de salir desde atrás según cómo nos presionen. Intentamos ser protagonistas y llevar el control del juego a partir del balón. También entran más facetas como transiciones o el balón parado. También nos gusta robar y correr. Soy un creyente en que la presión es muy importante. No contemplo meterme atrás por sistema, desde el inicio. La presión alta te ayuda más a ganar partidos.
–¿En el fútbol moderno manda tanto el físico?
–El fútbol sí está cambiando hacia ese sentido. En el Barça se está hablando sobre todo de eso. La tendencia va por ahí, pero España ha vuelto a dominar en la Eurocopa en cuanto a juego y no tanto en cuanto al físico. En categorías más bajas, sin tanto talento, es un factor muy diferencial.
–En el Orihuela todo funcionó rápido. ¿Cuál fue el secreto?
–Pasé a ser primer entrenador en un momento complicado. No lo esperaba. Ganamos el último partido antes de Navidad, jugando mal. Con el parón tuvimos tiempo para ir trabajando. Poco a poco fuimos creciendo. Al principio conseguimos victorias siendo más prácticos y al final fuimos un equipo muy peligroso. La clave fue creer. Me encontré un vestuario increíble, con muy buenas personas y muy buenos futbolistas. Se creó un ambiente espectacular. Jamás lo voy a olvidar.
–¿En plena competición un entrenador se tiene que adecuar mucho más a las características de los jugadores?
–Desde luego. Tenía un delantero como Revilla que era muy ganador en el juego directo y lo utilizábamos mucho. El entrenador tiene que adaptarse a sus jugadores y más cuando llegas a mitad de temporada. Si tengo dos delanteros de 1,95 metros y no saco centros, estaría haciendo algo mal.
–¿Esperaba tan pronto ser primer entrenador?
–Siempre me he sentido muy preparado. Mario Simón me dio muchas alas y estoy superagradecido. Me hizo sentirme muy importante. Tenía muchas ganas de entrenar. Acabó el año en Murcia, estuvimos unos meses sin equipo y llegó la llamada del Orihuela. El destino quiso que acabara el año y me ha valido para estar en Primera Federación.
–¿Qué aprendió de Simón?
–Es un muy buen gestor de vestuario. Los dos años que hizo fueron muy buenos. Vivimos muchas situaciones de ultimátum. Es una persona que sufrió mucho. Esa calma que mantuvo en Alicante, ante el Puertollano, ante el SD Logroñés en Primera Federación... Todos los salvamos y fue en gran parte a esa calma y a que los jugadores daban la cara por él. Ante el Eldense perdíamos al descanso 1-0 y el equipo remontó 1-3. Estoy seguro de que ese día habríamos estado en la calle si no hubiéramos ganado.
–Con esa tranquilidad vencieron, por ejemplo, 0-3 al Atlético Baleares. Y con un gol de Julio Gracia muy elaborado.
–Compartíamos mucho la idea de ser protagonistas. Se vio muy buen fútbol en muchos partidos. En ese encuentro dimos una secuencia de pases muy buena. Fuimos creciendo. El primer día nos encontramos un problema cuando metíamos a Ganet, Galindo y Julio Gracia. Todos venían por delante de la línea de presión del rival. Teníamos que corregir metiendo a Pedro León muy dentro. Detectando las cosas que nos faltaban de profundidad nos fuimos amoldando. Tuvimos una época en la que también jugamos con 4-4-2. Simón premia los estados de forma. Dani Vega y Romera estaban muy bien, Arnau Ortiz y Pedro León por banda...
–¿Qué otras influencias tiene?
–Como jugador Vicente Mir sacó mi mejor versión. También Fran Escribá a nivel más profesional. Ahora en la élite me gusta mucho Unai Emery. Guardiola o Klopp son superélite. Me gusta mucho el Inter de Simone Inzaghi. Cuando estuve sin entrenar me dediqué a ver equipos de todas las categorías. El Antequera, el Castellón, el equipo más divertido que he analizado en mi vida, el Leverkusen, el Girona...
–¿En qué momento tuvo la inquietud de ser entrenador? ¿Siempre fue un jugador con el partido en la cabeza?
–Siempre. Mis compañeros me lo decían. Era capitán, mediocentro organizativo, de mandar mucho. También de liderar en el vestuario. Desde pequeño tenía pinta. Soy un enfermo del fútbol. Disfruto mucho echándole horas y dándole vueltas a las cosas. Se acabó lo de ser futbolista, la mejor profesión del mundo, pero he encontrado la segunda mejor como entrenador.
–¿Cómo fue ese tránsito?
–Lo pasé muy mal. Fueron 18 meses intentando recuperarme. Incluso tomé la decisión de irme a Italia a una categoría baja, me daba igual. Simplemente quería disfrutar del fútbol. Lo intenté, pero tuve varias recaídas y la mejor opción era la retirada. No puedo hacer una vida normal del todo. No puedo hacer deporte como correr o carreras de impacto porque la rodilla se me hincha. Por lo menos estoy cerca del verde de otra forma.
–¿El ascenso de Alicante fue una revancha?
–Totalmente. Encima coincidió que fue el mismo día de la lesión. Lo disfruté muchísimo. Fue el día más feliz como entrenador porque fue algo muy buscado y por dónde lo consigues. Estábamos en Segunda RFEF y no lo parecía. La afición te llevaba en volandas.
–¿Al volver al Murcia notó cambios a nivel social respecto a su etapa como jugador?
–Entonces no era tan consciente y eso que fuimos primeros casi toda la temporada. El recuerdo como entrenador es brutal. Quizá a veces a los jugadores les pesa esa presión. Tienes que saber llevarla cuando las cosas van mal, pero cuando van bien estás en una nube. Es una ciudad muy futbolera con mucha hambre de volver al fútbol profesional. Creo que están muy cerca de conseguirlo.
–También se ha llevado a Mérida a Pablo Ganet.
–Ese sí que es historia del Murcia. A su nivel Pablo puede ser diferencial. Creo que nos va a dar mucho. Afrontamos el partido sabiendo que vamos a una de las plazas más difíciles del grupo por jugadores, entrenador, club, afición... Pero no nos sentimos inferiores a nadie. Vamos con la idea de ganar. Esta semana insisto mucho en tener descaro. El Mérida tiene que ser valiente a donde vaya.
–¿Qué Murcia espera? ¿Qué detalles le llaman la atención?
–Creo que ha firmado muy bien. Me encanta Yriarte. Cadete tiene muy buen pie para centrar, de Alcaina ya hablé de él hace mucho tiempo, Pedro Benito lo pelea todo, Moha... Y en cuanto a juego sabemos que tienen ganas de resarcirse en casa. Seguramente nos presionarán alto. Cuando tienen el balón tienen las cosas bastante claras en ataque.
–¿Qué futuro le ve al Murcia y al Mérida?
–El Murcia que yo conocía era de sufrir y sufrir. Me alegro mucho de que esté en esta situación. Se lo merecen. Es un club al que quiero mucho. El que va a Murcia sale de allí siendo del Murcia. Este año va a estar peleando el primer puesto. ¿Nosotros? Que si se lo tiene que quitar alguien, que seamos nosotros. Ojalá estar ahí arriba, pero no nos podemos salir del partido a partido.
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