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Los últimos catorce años de vida del Real Murcia dan para un serie de Netflix con varias temporadas. Bastaría con ceñirse solo a lo ... sucedido en el club grana desde el desmoronamiento de Samper en 2009 hasta ahora, cuando Felipe Moreno se ha hecho con el control del club y ha decidido sacarlo a flote a base de millones y de un arma de tipo legal que tiene a los accionistas granas en vilo. Podría ser el último capítulo de un culebrón que, al menos, ha demostrado que el Real Murcia es inmortal.
Mucho han cambiado las cuentas del club desde que, por ejemplo, Jesús Samper convocara una junta de accionistas extraordinaria para el 19 de febrero de 2015 en el que se puso encima de la mesa la liquidación o no del club. Con el concurso de acreedores de 2009 incumplido y con una sangrante deuda con el fisco de 11,5 millones (aumentaba a ritmo vertiginoso por los impagos y los intereses) el Real Murcia estaba en causa de disolución. En una cita en la que los accionistas minoritarios (AAMRM) ya se mostraban combativos y guardianes de un club al borde del abismo, los presentes decidieron, con un 99,47% de los votos, no liquidar la sociedad e intentar un aplazamiento de 5 años de la deuda concursal. El Murcia de entonces, en Segunda B, tenía demandada a la Liga por el descenso administrativo de 2014 y le reclamaba 25 millones.
Jesús Samper falleció a finales de 2015 con el club superando los 40 millones de deuda y con un panorama poco alentador. El abogado Guillermo Martínez Abarca tomó las riendas tras el paso atrás del resto de la familia Samper y el 13 de marzo de 2016 convocó una ampliación de capital de 5,1 millones destinada a salvar al club. Con un capital social inferior, era la oportunidad perfecta para que los murcianos, o cualquier empresa, se hiciera cargo de un club histórico que pasaba por uno de los peores momentos de su historia.
Hasta finales de noviembre apenas un grupo de murcianistas habían aportado 165.000 euros, lo que propició la llegada de Raúl Moro, un empresario extremeño que con 400.075 euros se hizo con el 11% de la propiedad. Tal era la necesidad de los herederos de Samper por dejar el club que le vendieron meses más tarde el 73% del capital por apenas 150.000 euros, lo que otorgaba a Moro el 84% del Murcia ante la pasividad de los murcinistas, que no se atrevieron entonces a coger las riendas.
Moro, lejos de arreglar las cosas, las torció bastante más. Tras poco más de un año de gestión ruinosa firmó el 13 de marzo de 2017 una opción de compra del club con García de la Vega. El mexicano la ejecutó después, aunque se agarró a algunas de las cláusulas del contrato para no pagar nada al extremeño por la transacción. Moro, idignado, le volvió a vender el club por 300.000 euros a los Gálvez, lo que convirtió al Real Murcia en un volcán en erupción. En septiembre de 2018 los oriolanos, que habían impedido a De la Vega pisar el club, aprobaron una ampliación de capital por 18 millones. Para muchos, entendiendo que nadie acudiría (los inversores externos solo podían comprar 12.200 euros en acciones), esta ampliación estaba destinada a liquidar el club más que a salvarlo. Fue un momento crítico.
Los murcianistas más fieles se negaron a ver caer a su equipo y decidieron actuar. Provocaron la marcha de los Gálvez y usaron la ampliación de capital destinada a sepultar al Real Murcia como arma para su salvación. Con ésta en marcha hicieron un llamamiento global y la campaña se hizo viral, imparable. El detonante, los 200.000 euros iniciales que puso Francisco Tornel, un notario murciano que se conviritió en la punta de lanza de una oleada de solidaridad que llegó cientos de rincones de todo el mundo.
El 'Hazlo tuyo', una campaña dentro de la ampliación con la que cualquiera podía comprar acciones del Real Murcia a 0,12 euros, hizo mella en miles de aficionados granas, españoles y extranjeros, y recaudó 1,3 millones. De estos, 700.000 euros pertenecían a pequeños accionistas. El Murcia, con este movimiento popular que siguió a la venta de pulseras del 'SOS Real Murcia' volvió a respirar.
La entidad pasó de 178.000 euros a 1,5 millones de capital social, y a tener 26.300 accionistas de casi un centenar de países diferentes. Del total del capital, un 68,12% estaba concentrado en manos de pequeños accionistas, un 13,28% era de Tornel y un 4,68% de pequeñas empresas. El Real Murcia, por primera vez en años y a pesar de su millonaria deuda, miraba al futuro con esperanza. Lo peor era el problema dejado por Raúl Moro: García de la Vega estaba dispuesto a llegar hasta el final para recuperar el 84% de la entidad grana. De hecho, el mexicano recibió el espaldarazo de la Audiencia Provincial.
No obstante, las directivas de Tornel, la Parmu (Plataforma de Salvación del Murcia) y el KBusiness consiguieron reducir la deuda, que fue descendiendo desde los 45 millones de 2018 a los cerca de 30 con las directivas posteriores a los Gálvez. El club comenzó a pagar los impuestos corrientes, pero no podía con la deuda histórica. Renegoció con los acreedores concursales, pero no generaba lo suficiente como para tapar el agujero generado por Samper, Moro y Gálvez. Los que llegaban a la entidad hacían apuestas menores para mantener al club con vida, pero poco más. El 'modelo alemán' no valía para un Murcia que necesitaba más valentía y capital.
Quién sabe si fue la presencia del mexicano y el ruido judicial el motivo por el que este modelo utópico de reparto de la propiedad del club entre muchos socios no salió adelante. De la Vega también ahuyentó a grandes inversores, hasta que apareció Felipe Moreno, un empresario que ya había triunfado en el Leganés. Fue su principal aval. Su experiencia y también acometer una negociación con el mexicano destinada a acabar con los juicios. Fue el único que se atrevió a abordar el problema y pagar 2 millones a De la Vega antes de entrar. Así se ganó al murcianismo.
Tras la resistencia inicial de Agustín Ramos y el KBusiness, el córdobes aterrizó oficialmente en el Real Murcia en la junta del 8 de marzo de 2023. Hasta ese momento, Fibranet, Tornel y el propio KBusiness eran los máximos accionistas, aunque todo cambió cuando Moreno adquirió la deuda que Pedreño, Ramos y Enrique Roca iban a convertir en capital (2,7 millones) y se hizo con el paquete mayoritario de acciones. Además, suscribió préstamos por otros 8, lo que aportaba liquidez al club.
Tras unos meses de mandato Felipe Moreno llegó a la junta del pasado 10 de octubre dispuesto a a dar un paso más. La cuentas del ejercicio 2022-23 reflejaban una gran reducción de deuda con las administraciones de 4,4 millones gracias a las aportaciones del propio Moreno, aunque también una deuda global de 32,7 millones de los que 13,9 pertenecen a las administraciones. No obstante, de los 32,7, unos 5,6 son préstamos del propio Moreno que convertirá en capital y otros 2,3 son créditos con los Samper ya adquiridos que también desparecerán del pasivo grana próximamente. Dos grandes noticias más. El problema son los casi 10 millones de deuda privada con acreedores ordinarios a los que el Real Murcia no puede hacer frente con sus ingresos.
Felipe Moreno, que tiene el 37% del club, quiere dar un paso más en la carrera hacia la salvación y dejar al Real Murcia mucho más limpio. Por eso trabaja junto a sus asesores en una reestructuración de la deuda privada que permite la ley de sociedades de capital a las empresas que acumulan pérdidas cada año, a pesar de la oposición de algunos accionistas como Ramos, Roca y Luna. Este proceso será doloroso ya que conllevaría la reducción total o parcial del actual capital social como paso previo a que desaparezca gran parte de esta deuda privada. Los actuales accionistas tendrán carácter preferente y en función de su capital actual, para recuperar después su capital en una futura ampliación. El que quiera seguir en el escaparate tendrá que volver a aportar, como ya ha anunciado que hará el propio Felipe Moreno.
Pero todo esto lo decidirán los accionistas en una junta de accionistas extraordinaria que será convocada en los próximos días y que, como todas las anteriores, volverá a ser crucial para el futuro de la entidad.
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