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A la izquierda, Carlos Álvarez golpea de cabeza, rodeado de contrarios; debajo, Sobregrau con un rival.
El Toledo lleva al Murcia cerca del abismo

El Toledo lleva al Murcia cerca del abismo

Los de Acciari no tuvieron orgullo y se van del 'playoff' por sus propios errores

José Otón

Domingo, 29 de mayo 2016, 23:39

El aficionado murcianista está acostumbrado al dolor, a sufrir con su equipo y con sus colores. No tiene ni una pequeña tregua, ni una breve época de hazañas y grandes recuerdos que echarse a la boca, en la que sea capaz de saborear la gloria y los éxitos deportivos, al menos en los últimos tiempos. Ayer se consumó un nuevo batacazo histórico, a la altura de los dos descensos administrativos sufridos, el de 1992 y el de 2014, o del gran resbalón de los noventa, cuando después de ir 35 jornadas líder de Segunda, el Murcia de Mesones se quedó sin el ascenso a Primera en el último suspiro, en la encerrona de Riazor. Ayer hasta se pareció al Murcia de Velázquez, que, tras firmar una liga regular redonda y meterse como tercero en el 'playoff', se fue a casa a las primeras de cambio. O como el del año pasado, cuando dejó vía libre al Hércules para seguir luchando por el ascenso. El de esta temporada es un batacazo más, otro sinsabor.

Esta campaña, cuando el ascenso era el principal camino para la salvación del club en lo económico y después de más de veinte jornadas líder, el equipo grana se ha desmoronado y ha tirado por la borda todo el trabajo hecho. El conjunto que aprovechaba todas sus virtudes en diciembre y enero, que parecía un rodillo y que ganaba ante cualquier circunstancia, se convirtió a mitad de febrero en un equipo ramplón, con futbolistas a los que les ha faltado calidad, casta, confianza y agallas para llevar al Murcia hacia Segunda. Con Aira o sin Aira. Con Acciari o sin él. Da igual. Antes de que el consejo destituyera al leonés, el Murcia ya le había regalado el liderato al UCAM y ya acumulaba seis jornadas sin vencer en casa, una racha indigna de un equipo que quería ser campeón. Antes del cambio de entrenador, el Murcia ya era un equipo sin constantes vitales y nadie puede asegurar que con Aira el desenlace de la temporada hubiera sido otro.

Por eso, a Acciari solo se le puede acusar de no reanimar al enfermo, pero no de reunir el pasado verano a un grupo de jugadores que no han tenido alma. Acciari no fichó a Pumar, ni le dio el timón del centro del campo a Armando. Ni fue el que mandó al banquillo a Arturo e Isi, los dos principales activos del equipo grana. Ni el que solo ocupó veinte fichas en vez de las veintidós a las que tenía derecho. Ayer, el argentino, igual que en Algeciras y en la ida ante el Toledo, buscó a los once jugadores que creyó más preparados para un partido que requería de futbolistas valientes. Pero en el Murcia, ayer, nadie tomó el mando.

El público estaba caliente. A los dos minutos Ruso cabeceó a la base del palo, pero Doblas sacó con la punta de los dedos. El partido tenía buena pinta pero se fue torciendo poco a poco. A los diez minutos un fuera de juego dudoso abortó una buena ocasión de Chavero, pero tres minutos después un resbalón inoportuno de Guilló en el centro del camspo acabó en un contragolpe de Esparza que abortó José Ruiz.

Pero poco a poco el Toledo se fue haciendo con el choque y con el balón. El equipo grana estuvo muy espeso, sin ideas, atenazado por los nervios. Esnáider, en un alarde de potencia, se fue de Ruso y con un disparo potente intentó batir a Fernando, que despejó a saque de esquina. El equipo comenzó a resquebrajarse cada vez más y cada ataque era un ejercicio de inoperancia. Sobre todo porque los centrales se dedicaron a buscar a los delanteros con balones en largo y Germán y Carlos Álvarez apenas los ganaban. La lesión de Guilló obligó a Acciari a hacer el primer cambio ofensivo de la tarde sacando a Isi y retrasando a Chavero.

Pero más que la reacción llegó el fallo defensivo grana que marcó el encuentro. Y es que, en un saque de esquina con el tiempo cumplido, Mikel González remató de cabeza solo, dentro del área pequeña. Gol y jarro de agua fría para un Murcia que se se pegaba un tiro en el pie en el momento más importante del choque.

La segunda parte arrancó de la peor manera posible para los granas. Aturdidos por el mazazo en la última jornada del primer tiempo, dejó al Toledo hacerse el amo del partido otra vez. De Lerma asustó a la grada con una falta directa que sacó de puños Fernando. Pero el susto gordo llegó un minuto después cuando el colegiado señaló un penalti dudoso por caída de Cristóbal dentro del área. Pero del castigo el Murcia sacó petróleo. Con una intervención prodigiosa, Fernando adivinó las intenciones de un Roberto que le pegó duro y a la derecha del portero murciano. Lo mejor fue que el canterano no solo paró el primer misil, sino que se levantó lo suficientemente rápido como para tirarse a por el rechace que iba al otro lado de su portería. Una doble intervención brillante que dio oxígeno a su equipo y encendió a la grada, que resucitó.

Sociedad Isi-Arturo

La conexión entre Isi y Arturo dotó a su equipo de chispa e inventiva. El equipo grana comenzó a creer en la remontada. El de Abarán hizo la jugada del partido y, tras irse de dos defensores, encaró al meta Manolo, que tuvo que desviar a saque de esquina. Dos minutos después Rafa de Vicente, en otra jugada brillante, se sacó un centro que Azkorra, que también había entrado en el campo, no pudo mandar a la red. Así hasta que un minuto después Isi enganchó un balón en la frontal del área que entró por toda la escuadra. El Murcia lo tuvo todo para conseguir la remontada: un público completamente entregado, un Toledo que comenzó a mostrarse como un equipo vulnerable y más de veinte minutos por delante.

Pero el equipo grana no supo. No tuvo el fútbol suficiente y tampoco el carácter y el orgullo. De hecho, solo Germán, Azkorra, Arturo y el propio Isi quisieron el balón y luchar hasta el final. Y en medio de todo el desaguisado, el Toledo, que llegó a estar contra las cuerdas durante diez minutos, volvió a pensar que saldría vivo de la Nueva Condomina. Y a base de llegar y forzar a la defensa grana una y otra vez, el equipo de Onésimo se encontró con otro regalo de José Ruiz, que no atinó a despejar por dos veces un balón que Adrián acabó convirtiendo en el 1-2 definitivo a falta de seis minutos para el final del tiempo reglamentario. Y el Murcia de la temporada 2015-16, poco a poco, se fue terminando de marchitar. Un equipo que tuvo el liderato en la mano y que tiró su ventaja a la basura.

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