La muerte tenía un precio

Nuestro Real Murcia trataba de asaltar ayer el banco de El Paso, en este caso no en el desierto de Almería y sí el de la bonita localidad de La Palma asolada recientemente por la erupción del volcán Cumbre Vieja.

Al final los nuestros, más que asaltar, salieron asaltados por el animoso equipo palmero. Los granas, después de haberse encontrado con un penalti que transformó Carrasco en la primera parte, se vieron sorprendidos con el empate a escasos cinco minutos del final. Tras una infructuosa prórroga se fueron a la lotería de los penaltis, donde todo el mundo sabe que puede pasar cualquier cosa. El caso es que después de haber conseguido lo más difícil en un campo pequeño y de césped artificial no fueron capaces ni de aumentar la renta, ni de mantener el resultado en la segunda parte.

Al Real Murcia la Copa nunca se le dio bien, ya que los granas han solido tirar este torneo a las primeras de cambio. Por tanto, no es el resultado de ayer lo que más me preocupa; es el juego el que sigue sin convencerme. A estas alturas aún no sabemos a qué juega el equipo: ni ataca bien ni termina de defender con eficiencia.