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Víctor Gálvez y su hijo Víctor Valentino se llevaron un gran disgusto el pasado 26 de mayo, cuando el Real Murcia cayó eliminado contra el Elche en la primera ronda del 'playoff' de ascenso a Segunda. Fueron momentos de frustración, de buscar explicaciones a la derrota, aunque los actuales gestores del equipo grana no tardaron mucho en levantarse, en volver a recuperar el ánimo. Ellos no habían confeccionado el plantel dirigido por Salmerón, que apenas plantó cara al equipo franjiverde. Por eso decidieron no dejar pasar la oportunidad de hacer un nuevo intento, aunque esta vez con un equipo hecho a su manera, con su supervisión.
De hecho, aunque el discurso inicial del director deportivo Toni Hernández fue el de la contención económica y la reducción del gasto para la campaña 2018-19, sus jefes pronto apuntaron en otra dirección y se fueron calentando poco a poco. Hasta que decidieron hacer el equipo más caro de la categoría, una máquina engrasada que no deje escapar el ascenso a Segunda. No querían dejar nada al azar ni a la improvisación. El objetivo: ser primeros del grupo IV al final de la primera fase de la Liga y lograr el ascenso al primer intento. Nada de probaturas a la hora de construir un equipo imparable.
El Real Murcia pasó, en pocas semanas, de exigir a los jugadores con contrato en vigor una reducción de sueldo del 50% para poder seguir en el club, a ofrecer cifras astronómicas a otros futbolistas cotizados en el mercado de Segunda B. En la pugna con otros equipos, el Murcia se llevó primero a Aquino, por el que también pujaba el Cádiz y el propio Racing de Santander, que quería renovarle. Después amarró a otras piezas cotizadas, como Miñano, Maestre o Héber Pena, también con un caché alto en el tercer escalón del fútbol español. Incluso convenció para seguir a Charlie Dean y Forniés, dos de los mejores de la pasada campaña, que renovaron su contrato.
Así hasta que ha llegado la recta final del mercado de verano para un Real Murcia que tiene los deberes prácticamente hechos. A la secretaría técnica grana, en la que Víctor Valentino Gálvez ha trabajado codo con codo con Toni Hernández, solo le falta poner la guinda final al pastel con un futbolista que llegue desde Primera o Segunda. Y es que, en este tramo final, es cuando los equipos del fútbol profesional están obligados a desprenderse de jugadores para los que no tienen sitio en sus plantillas. Con el esqueleto casi armado, el Murcia podría reforzar dos posiciones: el lateral izquierdo o el centro del campo con un futbolista creador y de carácter ofensivo.
Eso sí, Manolo Herrero, que hasta hace unos días reclamaba la llegada de defensas, ha abierto el abanico de posibilidades: «Si sale una opción interesante en el mercado utilizaremos la ficha sénior para cualquier demarcación. Si no, estoy contento con lo que tengo», dijo el jienense después del choque contra el Alcoyano, tras el cuál también reconoció que no le vendría mal un relevo para Forniés, el único lateral izquierdo de la plantilla. Por lo tanto, el Murcia está preparado para hacer el último movimiento, un esfuerzo que puede dar un salto de calidad a una plantilla que cuesta más de dos millones de euros.
Dos de las opciones por las que apostó Gálvez están lejos. Grego Sierra, que no fue convocado el pasado fin de semana con el Numancia, no quiere salir de Soria, aunque no lo descarta al cien por cien si ve que López Garai no cuenta con él. Gálvez puso encima de la mesa hasta 100.000 euros al centrocampista murciano, justo la mitad de lo que ha ofrecido a Quim Araujo, otro centrocampista que el Córdoba no dejará salir, de momento.
El último futbolista por el que se interesó el Murcia fue Alfonso Candelas, pretendido hace un año por Deseado Flores y que acaba de ascender a Segunda con el Extremadura, tras jugar 38 partidos. Pero el defensor, de 23 años, ha fichado por el Ibiza, el equipo que competirá en el grupo IV por el descenso del Lorca FC y que está apostando fuerte para pelear por los puestos de 'playoff'.
De los 16 fichajes realizados por el Real Murcia este verano, diez proceden de la Segunda B. Son los casos de Dani Aquino y Héber Pena (Racing de Santander), Miñano (Hércules), Dani Pérez (UCAM), Mackay (Ferrol), Marcellán (Melilla), Maestre (Badalona), José Ruiz y Julio Delgado (Baleares) y Manel (Peralada). Momo M'baye (Cádiz B), Migue Leal (Villarreal C) y Álex Corredera (Almería B) llegan desde Tercera, mientras que solo Jesús Alfaro, Chumbi y Hugo Álvarez estuvieron la pasada campaña en equipos de Segunda.
Una política diferente a la que empleó Deseado Flores un año antes, cuando fichó a Biel Ribas (UCAM), Pedro Orfila (Numancia), Pedro Martín (Mirandés) y Álex Ortiz (Mirandés), todos con largos historiales en Segunda. Incluso, el albaceteño apostó por futbolistas que procedían de ligas extranjeras como Salva Chamorro y David Mateos, un ejemplo que no han continuado este verano Toni Hernández y los Gálvez, que han preferido apostar por futbolistas más acostumbrados al fútbol que se practica en la Segunda División B.
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