Los Sobrinos, un valor seguro

La carta es muy parecida a lo que encontramos en los principales locales de cocina tradicional de Murcia, ya saben: algo de marisco, calamar plancha, rodaballo frito, entrecot, chuletón y pulpo los fines de semana. Pero estando todo rico, que lo está, la diferencia de Los Sobrinos con el resto es un servicio atento, cercano, sin aspavientos, sin postureo, pero eficaz y cuidado. Tanto que hasta los gin tónic los sirven mezclando un hielo grande con varios pequeños. ¿Se puede ser más top?

Otro ejemplo, al llegar, platito de almendras recién fritas para que te pienses lo que vas a tomar con una cerveza en la mano. La ensaladilla de bogavante, un plato imprescindible en el local, viene con unas estupendas chips y un ligero espolvoreo de pimentón a modo de decoración. Este plato está hecho con carne de bogavante, y se nota.

El punto de las cigalas es más que correcto. De un tamaño medio, algo más grandes que los 'grillos', vienen ligeramente abiertas por la mitad y plancheadas. De las cuatro, solo una hembra, eso sí, llena de huevas anaranjadas que voy buscando con la lengua como si fuese un oso hormiguero. Pero donde se puede comprobar la mano de la cocina es en los platos más contundentes, como las almejas con ajos y piñones al oloroso, perfectamente ejecutado y con una abundante cantidad de piñones. Yo voy cogiendo el aceite con la reducción del Jerez con una cuchara para bañar bien el bicho de la concha antes de embaulármela. Magníficas.

Para el vino blanco enfrían las copas al momento con un escarchador y me ofrecen Albariño o Verdejo. «La clientela agradece tomarse el vino bien frío», aclara el camarero, «aunque es mejor tomarlo a más grados».

El gallo pedro frito está en su punto. Enharinado ligeramente, el punto de cocción deja el pescado jugoso por dentro. Lo acompaña un buen manojo de ajetes tiernos fritos y una patata hervida partida por la mitad. Buen plato.

Y, para terminar el mundo salado, un entrecot al punto con patatas a lo pobre y pimientos verdes pequeños. La carne bien veteada y sin maduración tiene un sabor y textura deliciosa. Sale con un plato hirviendo y la carne dando pequeños saltitos fruto de la ebullición del aceite. Yo saco con la rapidez de un corzo cuatro o cinco filetes para que la carne no siga cocinándose y quede al punto, que es como la he pedido.

De postre, unas deliciosas natillas caseras. Altas de azúcar, pero con una textura que no debemos dejar pasar. Merece la pena.