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Sergio Gallego
Viernes, 23 de marzo 2018
A Manolo Castro le sigo la pista desde que estaba en El Rinconcito, en Alcantarilla. Castro es de esos cocineros que engrandecen el término de gastrobar, acuñado, dicho sea de paso, por el crítico gastronómico José Carlos Capel ante tal oleaje de bares con divertidas tapas servidas en pizarras con florecitas y chorretes de vinagre balsámico. Ahora, tras pasar una buena temporada en El Pasaje de Zabalburu, Castro se ha echado la manta a la cabeza y junto algunos socios ha abierto Cosa Fina en la plaza Puxmarina. La carta recoge algunos platos de su anterior destino, como el esturión confitado sobre cama de tomate o sus excelentes croquetas de sepia con tinta de calamar, e incluso el espacio le trae un aire al Pasaje; con una buena barra con mesas altas que invita al comensal a tapear de un modo informal, y una primera planta con seis mesas bajas para disfrutar de la comida con más calma. Bueno, con más calma no sé, puesto que el nivel de ruido que se genera en esta zona es altísimo, y así les consta a los propietarios, quienes ya están tomando cartas en el asunto.
Dónde: Plaza Puxmarina.
Precio: Unos 30 euros por persona.
Horario: Cierra domingos noche.
Teléfono: 615 035 863
La comida empieza con unas almendras fritas recién hechas. Tanto que hasta llegan calientes a la mesa. Seguidamente, la versión de Castro de los caballitos; dos piezas de una buena cola de gamba rebozada en panko -pan chino- insertadas en una brocheta de madera y acompañadas por una mahonesa de kimchi.
Los berberechos los sirven al vapor o con una picada de tomate frito natural con cebolla y ajo muy agradable. De textura supercrujiente llegan a la mesa los buñuelos de pez platino -parecido al chanquete- con gambas, pipas y quicos. El bocado se puede tomar con la mano, puesto que no tiene ni rastro de aceite y resulta muy interesante el contraste del crujiente del rebozado con la gamba pelada. Muy rico.
La croqueta de sepia con alioli es un valor seguro demostrado por el buen resultado que ha dado durante tantos años y con la expansión que ha tenido en otros locales de la capital. Como plato imprescindible encuentro el esturión confitado durante cinco horas y media a setenta grados. El tomate de la base acompaña a la perfección, pero no se pierdan el pescado. Echo de menos el 'pelucho' que Castro introdujo en Murcia; una croqueta rebozada con fideo del 0,0 que quedaba crujiente por fuera y cremoso por fuera, pero entiendo que es uno de los bocados que la cocina ha dejado pasar para buscar un punto más de originalidad.
La brocheta de chato murciano a baja temperatura con verduritas salteadas es otro plato que hay que pedir sin lugar a dudas. El punto de cocción de la carne cumple con todos los cánones de la cocina: ternura y sabor. una buena muestra de cómo el producto autóctono no tiene nada que envidiar a otros como el Duroc e incluso el ibérico en según qué usos le demos en la cocina.
El plato de conejo en escabeche denominado por el restaurante como conejo Playboy viene con unas verduras deliciosas y una representación del logotipo de la revista erótica en hojaldre. Tan innecesaria encuentro la denominación del plato, como el hojaldre, aunque la carne, otra vez, se deshace en la boca y puede que haya a quien le resulte gracioso el guiño del cocinero.
El tartar de atún cumple con creces las expectativas. Sin ser un tartar que respete demasiado el pescado por la cantidad de acompañamientos y maceraciones a las que es sometido, el tartar es un gran plato. Aguacate, cebolla con tomate y un punto subido de picante ideal para quienes preferimos el Carnaval a la Cuaresma.
De postre, una excelente tarta de queso inversa de la que es imposible tomar una sola cucharada y un lingote de chocolate que mantienen de sobra el nivel de la cocina sin pasar por bache alguno. Cosa Fina es el local de referencia para quienes buscan sabor y producto reconocible servido de forma original en el centro de Murcia. Larga vida.
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