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El paseo previo a la cena por las instalaciones del nuevo casino de Orenes, Odiseo, a modo de visita turística, deja latente un despliegue de ... medios, de diseño y de materiales. Absolutamente impresionante. Independientemente de la zona de apuestas deportivas, casino para fumadores, máquinas de juego, ruletas y demás tentaciones, Odiseo es, por decirlo de un modo coloquial, un espacio hecho hasta el último detalle a 'tutti'. A la cabeza de las operaciones culinarias se encuentran José Trujillo y su padre Arturo –Grupo Collados– que, dicho sea de paso, llevan reivindicando un espacio de este nivel –de lujo– para Murcia desde tiempos inmemoriales. Ahora falta ver si Murcia y alrededores es suficiente para abastecer de clientes este mausoleo del juego y del ocio.
Dónde Avda. Juan de Borbon. Murcia.
Tel. 649 22 22 22.
Precio: De 25 a 90 euros.
Horario: De lunes a domingo de 10.00 a 00.00 horas
Por lo que a mí respecta, la oferta gastronómica, bien merece una visita. Sin duda alguna, tener en una cocina murciana a Nazario Cano –viene de conseguir una estrella Michelin en El Rodat (Alicante)–, uno de los cocineros más creativos de España, es motivo de celebración. Pero es que, además, el espectáculo de la cocina vista, el ejército de cocineros y camareros y el nivel de los profesionales en sala, por ejemplo, redondean una experiencia del todo satisfactoria incluso cuatro días antes de abrir sus puertas al público.
Odiseo tiene tres espacios diferentes con tres cartas diferenciadas. La terraza, el restaurante Odiseo y el gastronómico, que aunque no se diferencian por su nomenclatura, Nazario está preparando diferentes platos para cada uno de los espacios y un menú degustación para el espacio más cuidado.
En el más informal, el que podríamos denominar 'Gastrobar', encontramos un pase de fríos a base de gamba frita en hoja de naranja, bonito al espeto con carbón animal, foie en salazón o caballa a la brasa en salazón con pan quemado, entre otros platos. Una buena sección de platos murcianos como boquerones, marineras, pulpo, olla gitana o croquetas, siempre bajo el filtro de Nazario; otra fusión con platos orientales; una buena sección de platos japoneses; ensaladas; platos italianos, pescados, mariscos, carnes y verduras a la brasa; arroces, frituras; y postres. Es decir, un compendio de platos que gustan a propios y extraños, con una mirada de reojo a los gustos extranjeros.
Lo divertido de verdad son los platos murcianos interpretados por Cano. Como el caballito, al que le quita la mitad del rebozado para descubrir la carne de la gamba al tiempo que rellena la masa de crema de sus cabezas. O los impresionantes buñuelos de bacalao con su piel crujiente o esa forma única que tiene el cocinero de jugar con la carne madurada y los mariscos como la ostra con ternera, o los tacos de atún ahumados. Interesantes encuentro el palo catalán con guacamole, maíz, queso cremoso y hoja de shiso con una lámina de atún simulando un niguiri, el rollito de arroz a banda con gambita; la pescadilla frita en taquitos con salsa bearnesa; y el cochinillo, con una fiel fina como el papel, crujiente y jugoso. Quizás, echo de menos en el tuétano con caviar algún acompañamiento más ácido que levante un sabor tan gelatinoso y algún tipo de tostada crujiente que acompañe cada bocado, así como veo un poco obsoleto el carpaccio de gamba con tomate seco, parmesano y helado de pesto y piñones, estando rico como está. Buenos postres de chocolate y, un servicio de sumillería y de camareros de un nivel muy alto redondean una experiencia gastronómica que, sin duda, deja poco margen al error.
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