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PEDRO SOLER
Viernes, 2 de marzo 2018, 23:53
Pasiones', la exposición de Torregar (Ceutí, 1978) en el Museo Regional de Arte Moderno (Muram), surgió «cuando comencé a trabajar con el fuego. Entonces yo no era consciente de que podría dar paso a una serie tan numerosa. Quizá lo inicié como un divertimento, porque recordaba el fuego de la chimenea en la casa de los abuelos con los que me crié. Y mucho menos, que daría lugar a un gran proyecto en torno a los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego. En este caso, solo aparecen dos: el agua y el fuego. La primera se basa en el mar, y la he bautizado como 'Mare nostrum', porque los cuadros responden a fotografías que he realizado del Mediterráneo; la del fuego está bautizada como 'Infernum'. Me gusta mucho la cocina dentro de la pintura, por lo que también me gusta jugar un poco con el espectador y con la distancia a la que ve la obra».
¿Prefiere el interés del espectador a la satisfacción propia? «Tengo que buscar el autoconvencimiento y volcarme absolutamente en las cosas que hago. En esta ocasión, tampoco es un retrato en el que tengo que rendir cuentas, por decirlo así, a la persona retratada. A unos alumnos míos, que fueron a ver la exposición, les explicaba, a propósito de unos cuadros del mar, que eran bastantes grandes porque buscaba que cada ola estuviese en su sitio, y cada una tuviera un nombre y un apellido». ¿Que reflejase la fotografía que había hecho? «Tampoco es eso, porque te das cuenta de que luego inventas una ola, que no aparece por ningún lado de la fotografía. Cierto que tengo la intención de que exista un cierto parecido, pero nunca busco una hiperrealidad. De ser sí, me enfrentaría al cuadro de otra manera. Lo que sí busco es que el espectador no permanezca impasible ante mis pinturas, sino que le provoquen una serie de sentimientos».
Dónde Museo Regional de Arte Moderno (Muram). Plaza de la Merced, 15. Cartagena.
Horario: martes a sábados, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00; domingos y festivos, de 11.00 a 14.00.
Cuándo: Hasta el 27 de mayo.
¿Lo consigue? «Pienso que los cuadros de ahora, muy distintos a mi retratos, también tienen esa energía que trato de transmitir. Y en esta exposición, donde las obras están distribuidas en dos grandes salas, me comunicó mucha gente que, cuando pasaba de una sala a otra, notaba como sensación de frío o de calor. Es algo que no me había planteado, pero que me agrada escuchar».
Para Torregar, esto quiere decir que «el espectador ha penetrado en lo que he querido comunicar. A mí, por muchos años que pasen, esto no deja de conmoverme, porque, al final, aunque pueda partir de mis orígenes primigenios, para pintar mi obra, cuando estoy dispuesto a exponerla ya no me pertenece, porque pertenece al espectador, a quien puede provocar cosas mucho más bonitas que lo que yo he querido transmitir».
¿Qué dosis de simbología ha querido aplicar a fuego y agua? «Quieren decir muchas cosas, pero no porque el artista haya querido contarlas de manera ex profeso, sino porque van unidas. El fuego tiene que ver con la regeneración, también con los solsticios de verano, con la cosecha, con quemar lo viejo; va asociado con el infierno... El mar tiene que ver con la pureza y con otras muchas historias. Todo este tipo de elementos está detrás del origen de creación de estas series». ¿No provocan también sensaciones de calma y de arrebato? «Totalmente de acuerdo. Con el fuego es muy difícil provocar esa sensación de calma, pero he dividido la exposición en dos grandes salas. En los cuadros de fuego hay unos más realistas y otros como abstractos. Pueden parecer bocetos, pero en realidad se trata de un proceso de investigación al que he ido aplicando texturas, que he descubierto en ese tipo de bocetos, que no son tales. En los cuadros sobre el mar pasa lo mismo. Hay unos mucho más arrebatados y agresivos, de una mar que parece una tempestad, pero los hay también más en calma, como los reflejos de las orillas en las playas».
Ha recorrido gran parte de la costa murciana, «pero lo que las obras marítimas reflejan, prácticamente en su totalidad, son calas de Mazarrón. He querido establecer una especia de diálogo del mismo mar, pero en puntos de vista distintos, aunque fuera en zonas muy cercanas, con colores muy cambiantes».
En definitiva, estas series sobre fuego y agua brotaron en Torregar «asociadas con esa nostalgia del tiempo, algo que también se me hace muy tangible. En realidad, hay una constante en todos mis trabajos, sean los fetos, los ancianos, los bebés... que tiene que ver con el tiempo y más con el paso del tiempo. En estas series hay un intento, no sé si logrado o fallido, de tratar de congelar el tiempo». Y confiesa que «todo ha sido un proceso trabajoso, como una batalla continua; pero yo lo que trato es de construir y deconstruir continuamente, y cuestionarme si lo que estoy haciendo tiene sentido. Por todo esto, hay series y cuadros en los que lo paso bien y disfruto; otras veces, todo es como un calvario de lucha, un ejercicio continuo de resistencia».
Quizá Torregar sea también alquimista, ya que experimenta con los materiales, para comprobar cómo se transforman en el cuadro, una investigación que se ha convertido en una constante de su proceso creativo, donde no hay presencia de bocetos, ni esquemas visuales. :: ARIANA GÓMEZ COMPANY
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