'Thor: love and thunder', cuando los superhéroes no quieren serlo

A tres artículos de cogerme vacaciones (si el señor director, que Dios conserve muchos años, me lo permite), los cristales de mis gruesas gafas de pasta se van tornando rosáceas, dopadas hasta por lo mejor del descanso laboral que es la expectativa de tenerlo. Así que hoy hasta podemos sonreír con los estrenos aunque sean tan variopintos como un dios nórdico convertido en icono pop, un poeta de los locos años veinte convertido en un improbable precursor gay, o una nueva entrega manga de un investigador que no investiga.

La franquicia de Los Vengadores entró hace unos años en una nueva fase industrial y creativa. En ella se toman menos en serio a sí mismos y se permiten licencias estilísticas y de guion. Eso supone un soplo de aire fresco para evitar parecer que estás viendo el episodio de una serie previsible y rutinaria. En 'Thor: love and thunder' van un poco más lejos. Despatrimonializan al protagonista (hasta le quitan el martillo que es como quitarle a Boris Johnson Downing Street), lo someten a una cura de humildad, a música heavy y a las consecuencias del amor.

Todo eso es posible cuando Marvel deja que la ocupe un iconoclasta como es el director Taika Waititi, responsable de este film, (que ya nos sorprendió por la estupenda 'Jojo Rabbit' en 2019) y que no sólo desdramatiza el asunto de los súper héroes, sino que los convierte en una comedia de acción que los hace humanos. Para ello, además del habitual excelente despliegue de efectos visuales, tenemos un reparto sólido con Christian Bale haciendo de villano, Chris Hemsworth haciendo de héroe a su pesar, y a Natalie Portman haciendo de objeto de deseo. Y no podemos olvidar a los Guardianes de la Galaxia haciendo una divertida aparición. Todo para incondicionales del género y sus universos expandidos.

Tras tantos colorines, saltos en el tiempo y el espacio, y escenas hipertrofiadas, hablamos de un drama británico que contiene todas las virtudes academicistas de esta cinematografía tales como son su perfecta ambientación, sus encuadres serenos, su guion de hierro y sus interpretaciones sobresalientes que mantienen a 'Benediction' como un ejemplo canónico de lo que debe ser el cine inglés.

Recreación histórica de la vida de un poeta homosexual que, tras sufrir la Primera Guerra Mundial en el frente, regresa a su país para tratar de descubrirse a sí mismo y a su poesía. Todo narrado en paralelo por un protagonista joven y otro mayor con el efectismo equivalente al modo vibración del móvil. El personaje esta genialmente interpretado por Jack Lowden, que le sabe dar profundidad huyendo del estereotipo. Terence Davis es su director y pone en juego su veteranía en la realización para entregarnos una película bonita, con mensaje, mesurada y más que correcta.

Y ahora ya pisamos la piel de plátano (nota mental: tengo que ir educándome en manga japonés). 'Detective Conan: la novia de Halloween' he leído en algún sitio que es la entrega número veinticinco de las aventuras de este personaje, algo que ya da idea de lo que estamos hablando. En esta ocasión la cosa empieza en la boda de dos detectives, que acaba como la Boda Roja de 'Juego de Tronos', una fuga de prisión y un malo que va a por todas.

Las complicaciones que deben resolver Conan y su gente nos son distintas de pasadas tribulaciones. Todo es algo repetitivo, pero supongo que es lo que buscan los seguidores de este agente de la ley, que se conforman con la estructura conocida y las virguerías visuales que les suelen regalar los creadores de animación japoneses.

Lo más destacable de la semana es el final de la serie de Netflix «Stranger Things» (no hay spoiler, no os preocupéis, podéis seguir leyendo). Mejor que 'La casa de papel' y con hechuras de 'The Crown', la serie de Netflix, que ha sabido trasladar el espíritu ochentero al siglo XXI, ha triunfado por méritos propios. Quizás por sus personajes nada planos; quizás por su mezcla perfecta de humor, terror, drama y acción; quizás por su desarrollo creciente en complejidad y oscuridad, como pasaba con la saga de Harry Potter; quizás por recordarnos lo importante que es tener amigos. En cualquier caso, sea por lo que sea, una alegría haberla visto.

Que tengáis una semana de cine.

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