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Para los que somos de pueblo, los sábados por la mañana suelen ser los días de la limpieza semanal de la casa, el de la ... bicicleta con los amigos, o el del partido de baloncesto de los niños. Hoy traigo un plan de sábado para que después de limpiar los baños, de que subas al Relojero o de que veas cómo tu hijo pasa más tiempo en el banquillo que en el terreno de juego, la comida del mediodía, qué menos que la comida del sábado, se convierta en un premio. Porque Kinita Restaurant & Beach Club es un premio.
Dependiendo de dónde vengas, Los Alcázares puede resultarte más o menos lejano. En cualquier caso, pon el GPS, porque la parte final del trayecto hasta llegar al camping Mar Menor es un poco liosa. Kinita sustituye a lo que en su día fue Thai, un local más orientado a las copas. Ahora, con buen criterio, la propuesta gastronómica se equipara a una ubicación privilegiada en plena playa en el Espacio Natural Protegido de La Hita.
El interior cuidado, que bien podría ser un restaurante de Ibiza; una terraza ideal para que los niños corran sin peligro, cómodos sillones orientados al Mar Menor para tomar el aperitivo o el café, brisa marina -yo llevaría una rebeca por si hay viento del norte- y un servicio formal y divertido, atento y siempre dispuesto.
La cocina saca platos a la altura del servicio y de las vistas en forma de croqueta de jamón con confitura de tomate; huevo a 65º C con crema de tupinambo, guiso de setas y tierra de aceite de setas; pulpo braseado con pil pil de patata, corteza de bacalao y alioli suave de calabaza; o burguer con pan brioche, mascarpone trufado, setas y rúcula. Dos platos de pescado como lomo de rodaballo con berenjenas y crema de espinacas al parmesano y lomo de lubina a la plancha, escalibada, crema de espárragos y chips de ajo; arroces de verduras, gamba roja, sepia y ajos tiernos; caldero y de conejo, boletus y foie y de solomillo de cerdo con setas y de bogavante -bajo pedido-.
Pero quizá lo más sorprendente son los cuatro platos de carne que, además de la hamburguesa, ofrece el local. Cochinillo, paletilla de cordero, solomillo añojo y entrecot de ternera. Para mí, como ya he comentado en alguna ocasión, se me hace muy cuesta arriba estar oliendo el mar y comer carne, de la misma forma que no me voy a Nerpio y me pido unas sardinas. Llámame raro.
Dónde Finca La Rosaleda. Camino al Camping Mar Menor. Los Alcázares
Teléfono 674 11 23 06
Horario cierra lunes.
Precio unos 50 por persona.
Los chipirones a la plancha con aliño de ajo tierno y avellana tostada, salsa romesco y crujiente de alcachofa bien vale la visita a Kinita. La ternura y dulzura de la carne y el equilibrio de texturas y de acidez de los ingredientes lo convierten en un plato redondo. La croqueta de kimchi continúa la línea de aciertos en los entrantes. Crujiente por fuera y melosa y bien trabajada por dentro.
Bien aliñadas encuentro las almejas que me ofrecen fuera de carta. En este plato es imprescindible explicar que la salsa resultante nunca debe hacerse con el aceite como base, sino con el jugo del propio marisco el que debe de predominar. En este caso, así es. Además, con una ración doble de piñones que voy pillando con el tenedor.
El arroz seco de gambas mantiene el tipo del resto de platos. Quizás que venga con el alioli dispuesto sobre la superficie es un tanto arriesgado. Bien de sabor y excelente textura suelta del grano.
Para terminar, pruebo la lubina a la plancha, que resulta bastante placentera tanto por la carne como por la escalibada de verduras a la brasa. La otra opción de pescado es el rodaballo ya fileteado que descarto por principios. Si se cocinase la pieza entera, guardando la jugosidad del animal, lo pediría sin pestañear. Y si lo hiciesen a la brasa, pido dos. Pero a la plancha y fileteado, no.
De postre, tarta de queso con fresas confitadas. Magnífica textura, poco sabor a queso. El café, de vuelta a los sillones mirando al mar con el encantador sonido de mosquito cojonero de las motos de agua a puño enroscado.
La Pequeña Taberna es uno de los restaurantes más bonitos de la capital murciana. Solo sus expositores de verduras en la puerta, su iluminación y ese ambiente de barraca de diseño del interior lo han convertido en visita obligada para todos los turistas que buscan un espacio con encanto para comer. Además, la alcachofa ligeramente escabechada o la merluza a la plancha, sin más, o la tarta de queso son algunas muestras de interesantes producciones que tiene el emblemático local. El servicio cercano y muy agradable y el producto de muy buena calidad. Dejaría pasar el panaché de verduras con jamón, que no pasa por el horno y queda más cerca del hervido.
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