![Una parada en Vistabella](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202001/24/media/cortadas/jumillano-ksPG-U901325702830YVB-624x385@La%20Verdad.jpg)
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La carta de El Jumillano recoge lo que cualquier taberna que se precie tiene que tener cada vez que levante la persiana. No se trata de una carta larga, sino de una bien hecha, con aperitivos, brasas, platos típicos de Murcia, montaditos, un arroz diario ... y postres caseros. Cierto es que solo los buñuelos de bacalao, el vermut y ese ambiente de taberna de barrio, con una barra en forma de 'u' repleta de tapas, son argumentos más que suficientes para visitar un bar regentado por su tercera generación. El local no ofrece menú del día, pero siempre hay guisos de cuchara y arroz.
El pulpo a la murciana parece haber sido cocido en olla porque no presenta ni rastro de reducciones de alcoholes, ni de duros tentáculos churrascados por el calor de un horno. Jugo limpio, sabor sutil, carne tierna, contundente y unos bocados tan generosos que se hacen imprescindibles el cuchillo y el tenedor.
Dónde: C/ Luis Fontes Pagán, 4. Murcia
Tlf.: 968 345 517.
Horario: De 8.00 a 23.30 horas. Cierra domingos noche.
Precio: 20 euros por persona
El bacalao rebozado o soldadito de pavía luce una masa crujiente y un interior jugoso. Es el plato estrella de la carta y no defrauda a nadie. A mí me gusta romperlo con las manos y ver cómo se libera el calor del interior en forma de humedad al tiempo que las lascas del pescado empiezan a liberarse entre sí. Puede parecer una guarrada, pero me encanta comer con las manos este tipo de rebozados. Después puedes cambiar el dulce perfume de un rebozado de pescado de tus manos por el odioso hedor de una toallita de alcohol y extracto de limón. Tú mismo.
Los tomates tienen una pinta estupenda en la vitrina de la barra y cumplen cuando están en el plato. Unas magníficas aceitunas partidas, unas guindillas en aguasal que no pican, alcaparras, tallos y media docena de boquerones completan una buena ensalada murciana.
Mejorables, sin embargo, encuentro las berenjenas a la crema. El más reconocible de los platos del gran Raimundo González -El Rincón de Pepe- lleva queso fundido emmental, y en El Jumillano ni es de este tipo de queso, ni va fundido, sino que se ha quedado crujiente como cabello de ángel tostado en la parte superior del plato. Además, el punto de sal se ha disparado por culpa del jamón, lo que desmerece una buena bechamel.
Algo parecido le ocurre a los tigres, que han sido rellenos en casa de forma tosca, con grandes cortes de los ingredientes que forman el relleno, con abundante sucedáneo de cangrejo -surimi- y con trocitos de bacon que, sin duda, no entiendo qué hacen ahí. Sin duda, merecen una revisión.
El servicio del local es más que correcto. Al principio, unos minutos de espera, pero en el momento en el que comienza la mesa, los platos llegan con rapidez. El trato, acorde con la taberna; y las recomendaciones de los platos por parte del camarero, muy acertadas.
Termino con un buen guiso de rabo de toro. La carne se despega del hueso solo con mirarla y a la salsa solo le falta estar un poco más espesa para disfrutarla haciendo barquitos con media barra de pan. Viene en una cazuela de barro con unas patatas panaderas caseras por encima.
Para el café, una estupenda tarta de coco con una base de chocolate crujiente y otra cremosa tarta de turrón terminada con un gran hilo de sirope de caramelo.
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