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Nos adentramos en otoño con la misma seguridad que Enrique Ponce en sus amoríos (algunos toreros han visto demasiadas veces 'Perdona si te llamo amor'), y el cine es fiel reflejo de eso. De ahí que nos llegue una de apocalipsis mundial (habrán pensado que la realidad no basta), y otras cuatro que nos quieren hacer creer que aún estamos a tiempo de arreglar el estropicio.
¿Os acordáis del protagonista de '300' (2006) (película que nos descubrió lo extendida que estaba la depilación láser masculina hace 2.500 años)? Gerard Butler es su nombre, y es la figura principal de 'Greenland: El último refugio', típica película de catástrofes que nos cuenta como un aguerrido padre de familia se empeña en salvarla de la destrucción de la Tierra por un meteorito.
Teniendo en cuenta el historial cinematográfico de Butler, mi consejo es que si lo ves en tu puerta salgas huyendo porque con él vienen siempre catástrofes: asaltos a la Casa Blanca, ciudades llenas de terroristas, meteoritos, Jennifer Aniston. Está película es sólo para los muy cafeteros de la destrucción global, tan espectacular y vacía como un aerolito arrojado al mar, o un hashtag.
En España cuando una película es buena decimos que parece americana. Esto pasa (hasta con el título) con 'Black beach', por sus escenas de acción y su despliegue de producción que rezuma dinero por todos lados. Todo para contarnos la historia de un ejecutivo que tiene que ir a un país de África a solucionar el secuestro de un colega y, de paso, lograr un ascenso, dejándose los escrúpulos en el aeropuerto.
El protagonista, Raúl Arévalo, es tan utilitarista como el de 'Diamantes de sangre' (2006); la amiga que la ayuda, Candela Peña (que no para de trabajar), es tan buena como los cooperantes de 'Adu' (2020); y la empresa para la que trabaja esta tan limpia como el bufete de 'La tapadera' (1993). Este viaje al corazón de las tinieblas de un ejecutivo funciona bien, progresa adecuadamente en su desarrollo, y eso a pesar del evidente mensaje aleccionador (con punto demagógico) que nos quiere vender. Os aviso que el tráiler está lleno de spoiler.
Desde el exitazo de esa excelente comedia romántica que fue 'Notting Hill' (1999), el nombre de ese barrio se asocia a buen rollo y nos dibuja una sonrisa. Por eso los avispados distribuidores españoles han transformado el agridulce drama titulado 'Love Sarah', en una comedia evocadora con el nombre en español de 'Una pastelería en Notting Hill'. Misma película pero distinto público objetivo.
Una madre frisando la tercera edad decide aliarse con la mejor amiga de su fallecida hija para cumplir el sueño de la desaparecida y abrir una pastelería (¿adivináis dónde?). Los conflictos que surgen son siempre superados con amor y dulces, claro. Sin quitarle mérito, en especial al trabajo de las actrices que logran que no sea un dramón, lo cierto es que esto de usar la metáfora de una confitería o similar como forma de reflejar crecimientos personales está un poco manido. Os dejo un puñado de títulos para comprobarlo: 'Chocolat' (2000), 'Un viaje de diez metros' (2014), 'Una pastelería en Tokio' (2015), 'El repostero de Berlín' (2017), 'Granujas de medio pelo' (2000) o 'Mi panadería en Brooklyn' (2016). Nada aconsejables para diabéticos.
Y ahora llegamos a las dos películas místicas de este viernes. Una está dirigida por un convencional pero efectivo Ferzan Özpetek, cuyos dos mejores trabajos son 'Hammam, El baño turco' (1997), 'El hada ignorante' (2001), de las que bebe su nueva obra 'La diosa Fortuna'.
Amable comedia italiana con una pizca de amargor sobre una pareja que, tras años de rutina, ven como todo cambia al tenerse que hacer cargo de unos niños de forma inesperada. Temática similar a 'Sin reservas' (2007), 'Fuera de carta' (2008) o 'Como la vida misma' (2010). Aunque se deja ver y todos sabemos lo que va a suceder, se pasa en ocasiones con el almíbar.
Entramos en terreno totalmente celestial con 'La divina misericordia'. Una película apologética sobre Santa Faustina Kowalska disfrazada de biografía. Como otros filmes recientes de propaganda de otros credos, la pretensión catequética se impone a la artística, lo que es una pena porque la historia podría tener más y mejor recorrido. Un día alguien tendría que decirles a los creadores de estos filmes que la exaltación mística no acerca el mensaje que quiere transmitir a la gente, sino que más bien asusta. Ser un mártir de la fe no es muy tentador.
Septiembre acaba, volveremos a leernos en octubre. Christmas is coming. Que tengamos una semana de cine.
Lo peor de la semana: la constatación, tras ver los premiados en los Emmy, de que es imposible hacer seguimiento de todas las series que merecen ser vistas: 'Succession', 'Watchmen', 'Schitt`s Creeck', 'The Morning Show', 'Euphoria', etc.
Lo mejor de la semana: que se haya celebrado la gala de los Emmy (los Oscar de la tele), aunque sea de forma telemática. La falta de espectacularidad no quitó para que hubiera espectáculo.
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