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Dentro de una tormenta de niebla, Poncia, la criada de Bernarda Alba, reza por la muerte de Adela. La casa se ha sumido en un ... mar de silencio. Poncia habla sola y también con ellas, con Bernarda y sus hijas. La que se sube al escenario es Lolita Flores, encarnando en su piel a la angustiada criada, que expresa en primera persona el drama posterior a la tragedia escrita por Federico García Lorca. A partir de las intervenciones del personaje de Poncia en la obra escrita por el autor granadino, Luis Luque dirige un profundo análisis del personaje a través de sus reflexiones, soliloquios, diálogos con fantasmas y sombras.
Viernes a las 21 horas. Auditorio Margarita Lozano, Lorca. Entradas: 18 y 22 euros.
Sábado a las 20 horas. Auditorio Infanta Doña Elena, Águilas. Entradas: 20 euros.
En 'La casa de Bernarda Alba', los hechos se suceden en orden cronológico, pero aquí todo ocurre después del shock producido por el suicidio de Adela. La lengua de Poncia se desata en un lugar y en un tiempo prohibidos para las palabras, donde trata de ajustad cuentas con las habitantes que sobreviven. Así descubrimos la simpatía de Poncia por la más joven de las hijas: «Ha muerto una hembra valiente», dice, culpándose a sí misma de no haber hecho más de lo que hizo.
Para Luque, la figura de Poncia como protagonista no es casual, pues cree que los personajes de las criadas encierran enigmas interesantes: «Son testigos de los avatares de sus dueños y amos, conocen la verdad del interior de las casas y poseen la filosofía oculta de las clases populares». Desde el principio, el director y creador de esta obra se sintió atraído por Poncia más que por ningún otro personaje de la casa y, a través de ella, consigue iluminar los rincones oscuros de la obra de Lorca.
La voz de la criada, personificada en una Lolita Flores que vive y sufre en primera persona lo que ocurrió en esa casa. Para ello, habla de suicidio, libertad, culpa, clase, educación y sexo. Y lo habla con toda la fuerza de una voz que ha sido maltratada y callada. El alma de 'la Poncia' se abre para insistir en la necesidad de transferir a los demás la idea de amarnos en libertad.
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