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Ocho años después de su disco previo, el pasado 12 de abril vio la luz 'El azogue', séptimo álbum de Marea, probablemente la más consistente banda del rock español actual. De hecho, en esta época en la que se cuestiona el impacto del rock y hasta el rol de las guitarras eléctricas, el disco entró directo al Top 1 de ventas cual nadador en piscina. Mañana su gira de presentación hace escala en Murcia, así que llamo a Kutxi Romero, su peculiar cantante y líder.
Cuándo Sábado 8, a las 22. 00 horas.
Dónde La Fica.
.28 euros.
-En el vídeo del single de adelanto, 'En las encías', aparece Poli Díaz. ¿Por qué El Potro de Vallecas?
-Siempre he dicho que no estoy del lado de los perdedores, estoy del lado de los perdidos. Poli es un ejemplo de resiliencia absoluto. Cuando hice el guion del vídeo, como volvíamos al ring, pensé en hacer una historia fácil, paralela, de un boxeador maduro que vuelve al ring. Y pensando en un actor apropiado, lo vi claro: Poli Díaz solo tenía que hacer de él mismo. Y gol, córner y gol. Nadie lo podía haber hecho mejor.
-Después de cada disco y gira posterior, Marea suele tomarse un tiempo de descanso. Pero esta vez ha sido más extenso. ¿La autoexigencia es cada vez mayor?
-No, qué va, mi vagancia supina es lo que es cada vez mayor [ríe]. Yo soy un tío muy inquieto, pero me gusta mucho más la vida contemplativa que la acción. Soy un pensador, en realidad. Es el oficio que me parece más plácido de todos: pensar. Lo puedes hacer donde te dé la gana, entonces, cada vez pienso más y hago menos. Lo raro es que haya hecho otro disco, que yo pensaba que tras el anterior ya no íbamos a hacer más. Pero empezamos a juntarnos, a tocar y cuando me he venido a dar cuenta ya teníamos la gira por delante. Me ha pillado desprevenido.
-Pues les ha quedado un disco muy apañado.
-El disco ha quedado guapo, es verdad, estoy muy contento. No sé si es el mejor, pero creo que es el disco con el que más contento me he quedado de todos los que hemos hecho. Hay quien utiliza la creación, los discos, como un medio para salir de gira. En mi caso no, en mi caso ha sido una consecuencia.
-En una entrevista con 'Maneras de vivir', leo esta frase suya: «Los indies son al rock lo que la homeopatía a la medicina». Contundente.
-[Ríe a carcajadas] No sé cuándo dije eso, pero es muy mío, sí. Sí, porque te parece que hace algo pero es inocua. Es música para ignorantes. Es un placebo. Hay gente a la que le funciona, pues yo me alegro, pero si piensas que el cáncer de páncreas te lo vas a curar comiéndote un seto, pues dale ahí al seto, qué quieres que te diga. Con el indie es igual, tú te crees que es rock, pero son pijos haciendo cucamonas. Que también se tienen que entretener los pijos en algo, pero bueno, se podían ir al club de golf y dejar de molestar. Que tampoco es que me molesten, porque no jugamos en la misma liga, pero vaya.
-La muerte me parece, no sé si una temática, pero sí un elemento recurrente en las canciones de 'El azogue'.
-Una constante, sí. En mis discos la muerte siempre está presente. Todos esos tópicos de que hay que vivir el presente, del no hay futuro, yo siempre los reivindico y es la puta verdad. Esa educación cristiana que nos han inculcado de pequeños nos hace sentirnos culpables de muchas cosas. Pero todas esas responsabilidades adquiridas, salvo la de los hijos, me parecen una estupidez. Más allá de que mi familia esté bien, yo no tengo proyectos, los voy fabricando cada día. Y cuando me doy cuenta de que tengo un proyecto, ya lo he hecho y está en la calle. Cada concierto de Marea podría ser el último.
-En la canción 'Jindama' hacen un guiño a Robe y a Rosendo. ¿Maestros?
-Sí, claro, es un guiño evidente. En todos los discos dejo en algún momento claro de dónde vengo. Aunque hace igual 20 años que ningún grupo se ha quedado conmigo. Supongo que nos pasa a los que tenemos más de 40 años. Los grupos que se quedan contigo son los que escuchas de adolescente. Luego hay cosas que te gustan, pero que se queden contigo es difícil. Los míos son los míos: Extremoduro, Los Suaves, Barricada...
-Los chavales están a otra.
-Los chavales ahora están con sus cosas nuevas y me parece bien. Yo quiero ser un puto dinosaurio, quiero quedarme en el pasado todo el rato. No quiero ser contemporáneo. Es lo que pienso hacer toda la vida, voy a practicar el inmovilismo. No pienso hacer ninguna concesión a los tiempos que corran de aquí en adelante, que quede claro.
-Desde su web saludan como 'la mejor banda de rock de los últimos 200 años'. ¿Es necesario tener un cierto orgullo para hacer buen rock?
-No, solo es un hecho tangible, empírico. Un pie es un pie, en Malasia lo llamarán de otra manera pero es un pie. Hay otros grupos que tocan bien, pero lo que es banda banda, cinco personas tan significativas juntas, pues nosotros y lo que quede de los Rolling Stones de aquí a seis meses [vuelve a reír, está cómodo].
-Autocensura, la nueva moda. No parece que Marea haya caído en ella, pero me temo que es algo generalizado. ¿A qué hay miedo?
-El miedo controla el mundo. Me parece mucho más triste la autocensura que la propia censura, porque lleva implícita una rendición. En mi caso no, porque mis letras no son políticas ni se meten con nadie, desde mi posición es muy fácil hablar. Pero estoy absolutamente del lado de todos los censurados, siempre. Estoy del lado de su libertad para expresarse, porque lo que se está negando es la libertad de pensamiento. Como decía Orwell: la policía del pensamiento ya está aquí.
-En Berriozar les han puesto una plaza con su nombre, la Plaza Marea. Mola, supongo.
-Bueno, para cuando seamos viejos poder sentarnos y darle la paliza a los nietos, claro que sí [risas]. Está bien, nosotros hemos llevado el nombre de nuestro pueblo por todo el mundo. Nos sentimos queridos en el pueblo y aunque dicen que nadie es profeta en su tierra, yo me siento poeta en mi tierra.
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