![El enésimo zarpazo del león](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202105/14/media/cortadas/fr-kSfF-U140367670455auB-1248x770@La%20Verdad.jpg)
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ALBERTO FRUTOS
Viernes, 14 de mayo 2021, 23:20
De 1968 a 1974, Van Morrison protagonizó una de las rachas de inspiración más impresionantes de la historia de la música. En esos siete años, el irlandés encadenó, tomamos aire y nos arrodillamos, 'Astral weeks', 'Moondance', 'His band and the Street Choir', 'Tupelo honey', 'Saint ... Dominic's preview', 'Hard Nose the Highway' y 'Veedon fleece', un conjunto de obras atemporales que mantienen intacta su capacidad para arrollar, conmover e hipnotizar de una forma tremendamente especial. En su garganta privilegiada cabían todos los géneros musicales que se puedan imaginar, decenas de huracanes, inconfundibles rugidos, miles de caricias y tormentas de arena desatadas que se unían hasta convertir su sonido en una fuerza de la naturaleza repleta de belleza, sensibilidad y pasión. Tras aquella etapa dorada, 'Van the man' ha ido combinando la genialidad con el traspiés, el prodigio con la rutina, la magia con el piloto automático. Eso sí, sin permitirse prácticamente ningún descanso significativo en una trayectoria que alcanza con 'Latest record project: Volume 1' su parada de estudio número cuarenta y dos. Cifra de vértigo para un tipo que certifica de nuevo su innegociable apuesta por la libertad entregando un disco doble de casi setenta minutos formado por veintiocho temas originales que se mueven dentro de las coordenadas más representativas de su autor, es decir, el blues, el soul, el folk, el jazz y la música tradicional irlandesa. Pedirle a estas alturas del partido una obra maestra se antoja un movimiento tan caprichoso como injusto, pero frente a algunos momentos situados claramente por debajo de su nivel, es lo que tiene jugar sin medida, resulta imposible no sentir esa maravillosa sensación de estar escuchando al mejor Morrison con canciones tan magistrales. Como 'No good deed goes unpunished', 'It hurts me too' o 'Jealousy'; temas del calado emocional de 'Tried to do the right thing for my baby? y 'Psychoanalyst's Ball'; las resplandecientes 'Love should come with a warning', 'Up county down' y 'Double agent'; 'Mistaken identity' y su elegancia absoluta; o una impresionante 'Duper's delight' que se alza como cima indiscutible del regreso de un león de Belfast que demuestra que todavía le quedan fuerzas para lanzar un buen puñado de certeros zarpazos al alma.
El décimo disco de los nunca suficientemente reivindicados The Coral es un estallido de imaginación, melodías extraordinarias, creatividad en permanente estado de ebullición, melancolía otoñal, fiebre primaveral y excitación veraniega. Solamente le falta algo de invierno al admirable invento. Un trabajo que no decae a lo largo de quince canciones, veinticuatro sumando los cortes de transición que caracterizan este tipo de obra conceptual, que conquistan a la primera escucha. No hay defensas posibles para no caer rendido a los pies del resplandeciente country rock de 'Change your mind'; la perfecta explosión pop de 'Lover undiscovered', 'Take me back to the summertime', con estribillo a la altura de su título, 'Vacancy' y una 'Land of the lost' por la que mataría Damon Albarn; la dulce psicodelia que arropa 'Mist on the river', 'My best friend' y 'The game she plays'; o esas preciosas baladas tituladas 'Autumn has come' y 'Strange illusions'. En definitiva, este 'Coral Island' es un fabuloso viaje musical que resulta todavía más emocionante en estos días de refugios (in)disimulados, trincheras infinitas, cielos de gris ceniza, madrugadas incisivas, lluvia a destiempo y puertas cerradas a cal y desencanto.
¿De verdad los himnos se deben construir siempre desde la épica y la grandilocuencia es el camino más rápido para alcanzar el éxtasis? Escuchando 'Buenas y malas decisiones', el fantástico debut de la murciana Carlota Cabrerizo bajo el nombre artístico de Firmado, Carlota, parece evidente que no. Formado por pequeñas grandes canciones entre las que destacan 'Basura adolescente', '20 minutos', 'Noquierotuamor' y, sobre todo, 'Tarde', una auténtica joya, estamos ante un estreno que refleja la sencillez como bandera de la conquista de la nostalgia, la honestidad como cálido e inocente abrazo a la hoja en blanco y el susurro como valiosa alternativa al ruido.
Tal día como hoy
Se apagan las luces, el telón comienza a elevarse, la copa está en su punto, los focos presentan a la audiencia los primeros destellos de su sombra y el micrófono espera impaciente el envite. Entonces, la voz de Sinatra lo inunda todo, arrinconando al silencio mientras entona imponente clásicos tatuados para siempre en la memoria del corazón de varias generaciones. Cuando se cumplen 23 años de su fallecimiento, seguimos brindando por Frank. Después de todo, ya se sabe, lo bueno de los inmortales es que no se mueren nunca.
En busca del clásico perdido
Por más que uno intente analizar o describir las razones por las que recomienda un álbum, una banda o un artista determinado, buscando para ello los mejores y, con perdón, más poéticos argumentos, lo cierto es que hay canciones con la capacidad de responder a todas las preguntas. Y de ejercer de salvavidas, claro, pero de eso ya hablamos en páginas pasadas. En el caso de este excelso 'Cobblestone Runway' de Ron Sexsmith, uno de los mayores talentos del pop de las últimas décadas, las opciones más irrefutables se llaman 'Least that i can do' y 'Gold in them hills', baladas ubicadas mucho más allá del elogio.
Solamente por disfrutar una vez más de ellas, junto a diamantes melódicos de la talla de 'Former glory', 'Dragonfly on Bay Street', 'These days', 'For a moment' y 'The less I know', merece la pena sumergirse en uno de esos discos en los que todo funciona. Y no perdáis el tiempo buscando la excepción.
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