![Noa: «Por encima de todo, el arte consiste en ser valiente»](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202111/05/media/cortadas/GF40AIH3-U1408086340127QB-U1501051813563xxE-1248x770@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
![Noa: «Por encima de todo, el arte consiste en ser valiente»](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202111/05/media/cortadas/GF40AIH3-U1408086340127QB-U1501051813563xxE-1248x770@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
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Canciones que llevan acompañando nuestros pasos desde prácticamente el inicio del camino. Banda sonora de mil y una noches de lunas descolgadas, risas congeladas y ... aviones de papel aterrizando sobre barandillas mojadas por la lluvia de las chisteras que se acumulan en el armario de los otoños. El jazz como excusa perfecta para recibir el abrazo cálido de la añoranza, atisbar los versos iniciales del frío a la altura del pecho y reivindicar el horario que apresura la partida del atardecer. Noa y el guitarrista Gil Dor, pareja artística desde hace más de tres décadas, recogen estas sensaciones y las convierten en suavidad y liturgia con 'Afterallogy', un último disco donde encontramos doce deliciosas revisiones de clásicos del género tan mayúsculos como 'My funny Valentine', 'Calling home', 'Anything goes', 'Every time we say goodbye' o 'Darn that dream'. Un precioso trabajo que se deshace entre los dedos del corazón apostando todo a la casilla de una aparente sencillez que no tarda demasiado en revelarse como un desnudo y conmovedor homenaje a la educación musical firmado por dos artistas en pleno estado de austeridad. Y de gracia. Charlamos con Noa antes de que se suba al escenario de El Batel con motivo de la 40ª edición del Cartagena Jazz Festival.
Cuándo: Esta noche, a las 20.30 horas.
Dónde: Auditorio El Batel (Cartagena).
Cuánto: 30 €.
–¿En qué momento sintió esa llamada del jazz que le empujó a dar forma a este espléndido 'Afterallogy'?
–El jazz siempre ha sido una parte importante de mi vida. Estuvo muy presente en mi infancia en Nueva York o en el tiempo que pasé en la Rimon School of Jazz. La libertad, el alto nivel de excelencia musical y la creatividad que tiene el género están muy en línea con la manera en la que Gil Dor y yo percibimos la música en general, por lo que pensamos que estos últimos meses eran una oportunidad perfecta para explorarlo de una manera íntima e intensa.
–¿Recuerda el instante en el que se enamoró de este género?
–Siento que siempre ha sido parte de mi vida, pero supongo que asistir a los musicales de Broadway cuando era pequeña fue lo que realmente marcó estas canciones y este estilo en mi corazón. ¡Adoré cada uno de esos momentos! Más tarde, cuando era adolescente, solía visitar clubes como The Village Gate y Village Vanguard, donde tocaban músicos increíbles todas las noches.
–¿Cuáles son esos elementos que convierten al jazz en algo tan especial y cautivador?
–Su libertad, atrevimiento, sofisticación, excelencia y, sobre todo, que es un género musical que no intenta agradar al oyente. De hecho, ¡a veces le golpea en la cabeza! (risas). El jazz puede ser en algunas ocasiones profundo y sensual, pero nunca frívolo ni hueco. Eso es lo que lo hace tan maravilloso.
–'Afterallogy' es un trabajo que desprende muchísima belleza otoñal. Uno casi puede sentir la forma en la que las hojas van cayendo al otro lado de la ventana mientras lo escucha. Como artista, ¿de qué forma le gusta trabajar sobre conceptos como la melancolía y la nostalgia?
–Gracias por esas amables palabras sobre el disco. No me veo a mí misma como una persona nostálgica, pero soy muy melancólica (risas). Como muchos artistas, me muevo entre la alegría y la depresión, es algo innato en mi sistema. Supongo que es un síntoma de personas especialmente sensibles. Eso sí, no pienso conscientemente en esas emociones cuando elijo una canción o un arreglo. Lo que hago es intentar conectarme de una manera sincera con el espíritu del tema, profundizar en su alma e iluminarla. Para mí, las canciones no son recipientes, no las utilizo para mi propio beneficio, más bien al contrario. Intento beneficiarlas. Prefiero que las canciones me usen para glorificarse a sí mismas.
–En este disco vuelve a contar con el talento del gran Gil Dor, uno de sus cómplices profesionales desde hace más de tres décadas. ¿Cómo ha ido cambiando su manera de trabajar a lo largo de los años? ¿Y cómo ha sido en 'Afterallogy'?
–¡Creo que Gil y yo somos todo un fenómeno! ¿Cuántas colaboraciones musicales en el mundo han durado tanto tiempo? (risas). A lo largo de los años, hemos evolucionado hasta convertirnos en casi una sola entidad. Recuerdo que un bajista que estuvo en nuestra banda hace años solía llamarnos monstruo de dos cabezas (risas). Confiamos y creemos el uno en el otro, somos personas a las que nos mueve una verdadera búsqueda de la excelencia artística, no el ego. Y, por supuesto, somos buenos amigos.
–Saliendo de lo estrictamente musical, usted nunca se ha escondido a la hora de dar su opinión sobre temas especialmente delicados como, por ejemplo, los relacionados con su país de origen, Israel. ¿Hasta qué punto considera que el mundo de la cultura debe implicarse en los conflictos de carácter social y político?
–Creo que es una decisión muy personal. El arte tiene que ver con la libertad, por lo que no se puede forzar o coaccionar a un artista para que exprese sus opiniones, del mismo modo que no se le puede decir qué crear y cómo. Dicho esto, a lo largo de la historia, los verdaderos y grandes artistas siempre estuvieron involucrados en la política de su tiempo porque los temas versan siempre y de una manera muy profunda sobre valores como la libertad, la igualdad, la solidaridad, el respeto, la bondad y el amor. Son conceptos que están en la base tanto de la humanidad como de toda expresión artística. Por encima de todo, el arte consiste en ser valiente. Albert Camus dijo que «hay que hacer arte peligrosamente». Y estoy profundamente de acuerdo.
–Por último, usted forma parte de un colectivo de artistas que ha emocionado de una manera muy especial a varias generaciones de personas, descubriéndoles además numerosos géneros como, por ejemplo, el citado jazz. ¿A qué cree que se debe esa conexión tan especial que mantiene con el público?
–Gracias por una pregunta tan hermosa. Creo que se trata de combinar la curiosidad, el entusiasmo y un sincero interés por tratar de tocar el corazón de la música y desentrañar sus secretos. La fama y la fortuna nunca han sido mis objetivos. Si vienen como resultado de la búsqueda de la belleza, bienvenidas sean, pero jamás vendí mi alma al dios del dinero. Más bien he sido una humilde servidora del dios de la música. Amo a la gente y la respeto. Creo que soy una artista muy honesta y sincera, siempre trato de darle al público algo significativo, distinto y hermoso. Y estoy profundamente, agradecida de que se hayan quedado conmigo todos estos años en este viaje.
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