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La pasión que desborda Malú tras cada respuesta es contagiosa. Lleva casi tres décadas al pie del cañón, acaba de publicar su duodécimo trabajo discográfico, 'Mil batallas', y necesitaríamos varias páginas para enumerar los escenarios, tanto nacionales como internacionales, que ha pisado a lo largo ... de su carrera, pero en su voz no se atisba ni una pizca de cansancio o pereza. Reina la firmeza, el entusiasmo, el hambre de directo y una evidente madurez a la hora de revelar la persona que habita tras la vestimenta de artista. Hablamos con ella.
Cuándo Sábado a las 21.30 horas.
Dónde Plaza de Toros. Murcia.
Cuánto Entradas: 25/35/38/45/70 euros.
–Siempre se ha caracterizado por una personalidad y un carácter artístico muy fuertes, pero tengo la sensación de que, sobre todo con 'Mil batallas', reivindica la fragilidad y la duda. ¿Por qué era el momento perfecto para derribar las defensas?
–Forma parte de una evolución desde el accidente que tuve en 2018, donde me rompí todos los ligamentos que existen en el tobillo. Traté de abarcar una gira con esa lesión y, cuando llevábamos once conciertos, me tuve que operar. Fue un antes y un después. Llevaba más de veinte años sin parar y me vi cancelando una gira y diciéndole a mi gente que se acababa. Fue entonces cuando pasé mucho más tiempo con esa versión de mí que veía muy poco y encontraba cuando cerraba la puerta de casa. Mi yo más vulnerable, inseguro, miedoso y pequeñito. Al final, entre la lesión y la pandemia, pasé cuatro años con esa otra Malú creando una unión maravillosa para quitar armaduras.
–¿De qué forma trabajó para que la música acompañara de un modo tan fiel lo que quería contar en palabras?
–Se transmite porque es un estado real y natural. Necesitaba sentirme completamente liberada. He trabajado este disco desde la libertad más absoluta, sobre todo hacia mis complejos.
–Algunos de los mejores temas del disco vienen con su firma. ¿Cómo se definiría como compositora?
–Es la parte en la que más me cuesta volar solar. Siempre me ha dado mucho respeto el papel en blanco, por eso intento rodearme de personas que me dan mucha confianza y paz a la hora de escribir.
–¿Qué cree que pensaría la Malú que empezó en el mundo de la música con 16 años si escuchara este nuevo disco?
–Creo que le gustaría mucho, porque una parte de esa Malú que empezaba tan joven estaba un poco perdida. Es decir, tenía clarísimo lo que no quería y peleaba por defenderlo, pero fue el tiempo lo que me hizo encontrar mi sitio. Es natural. Por ejemplo, recuerdo hacer entrevistas en aquella época y morirme de la vergüenza porque intentaba aparentar ser más mayor para que me tomaran en serio. Eran un desastre (risas). Por eso creo que 'Mil batallas' le habría encantado, porque al final es su alma y es la forma en la que siente la música.
–¿Cómo ha evolucionado su relación con la exigencia?
–Junto al perfeccionismo, era algo enfermizo. Tanto que me resultaba muy difícil disfrutar de las cosas. Por ejemplo, cuando finalmente conseguía dar forma al espectáculo que quería, en el momento en el que había algún fallo, aunque solamente me diera cuenta yo, lo pasaba fatal. Eso ha cambiado porque he tenido tiempo por primera vez en mi vida. Empecé siendo una joven cantante en un país muy machista. Incluso a día de hoy, una parte en lo más profundo de nuestro ser sigue juzgando de manera diferente a la mujer. Creo que esa exigencia extrema la tenía por trabajar en esa credibilidad durante tantos años y no darme la opción a fallar. Sabía que no se me iba a perdonar cuando tuviera un error. Si me preguntas la manera en la que he conseguido este cambio, no lo sé, ha salido solo, pero ahora no concibo subirme a un escenario si no lo disfruto y no me apetece morir de ansiedad creando un espectáculo.
–¿Cuánto tiene esta nueva gira de celebración de lo vivido y de reivindicación del presente?
–Todo. Y de ambas. Es la sensación de estar aquí y de volver. Vamos a recordar y olvidarnos de todo durante el tiempo que dure el concierto. Y vamos a terminar sonriendo, te lo aseguro.
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