Conchita: «En cada concierto me doy las gracias por no haber tirado la toalla»

–Desde el momento de su publicación, 'La bola de nieve' parecía destinado a convertirse en un disco importante para su carrera. Y el tiempo, sin duda, lo ha confirmado. A nivel personal y creativo, ¿es el trabajo que más alegrías le ha dado hasta ahora?

–El que más impacto ha tenido a nivel personal seguro. Estoy en un buen momento, disfrutando mucho de cada cosa que me pasa. El camino no ha sido nada fácil, pero he aprendido a vivir en el presente y saborearlo. Cada vez viene más gente a los conciertos y se forma una magia preciosa. 'La bola de nieve' me ha traído mucha felicidad.

–Aunque se traten algunos temas delicados, es probable que estemos ante el disco más luminoso de su carrera.

–En mi caso, solamente cuando ya he pasado el dolor y lo he superado es cuando me veo capaz de hablar de ello. Y este disco está escrito desde ahí. Lo bonito es que está ayudando a mucha gente, algo de lo que no fui consciente hasta que se publicó y recibí esa respuesta. Me parece increíble poder acompañar a las personas cuando tienen un mal momento y darles un poco de fuerza a través de las canciones.

–¿Hasta qué punto se contagia esa luz al directo?

–Nunca había disfrutado tanto de los conciertos. Ya son siete discos, así que tengo un repertorio que pasa por todo tipo de emociones. La gente baila, ríe, canta, llora y yo, feliz, los acompaño.

–¿Es cierto que la primera vez que se subió a un escenario tuvo que tomarse más de cinco valerianas para pelear contra la timidez?

–Sí. Y no sentí que me hicieran nada de nada. Me costaba mucho mirar al público de frente. Siempre bajaba la cabeza y tuve que aprender a vencer esas sensaciones. Lo que más feliz me hace es cantar, así que no tenía sentido que me escondiera. De todos modos, recuerdo aquel concierto con mucho cariño. Tenía 18 años y soñaba con poder dedicarme a esto.

–¿Hubo algún momento en concreto que marcara ese punto de inflexión en su forma de enfrentarse a los conciertos? En esta gira, desde luego, la encontramos llena de confianza.

–Fue más bien en el ámbito privado. Golpes que te da la vida y te ayudan a vencer de un plumazo todos tus miedos. Le cogí un terror brutal a la exposición en un momento de mi carrera y ha sido una travesía por el desierto muy larga hasta perderlo y recuperar la autoestima. Pero lo hice. En cada concierto me doy las gracias por no haber tirado la toalla.

–¿Qué relación mantiene actualmente con la autocrítica?

–Pasé unos años fustigándome mucho y no me llevaba a ningún sitio. Soy bastante crítica y trato de mejorar siempre. Creo que es necesario ser autocrítica y estar rodeada de gente que de verdad te quiere y te dice las cosas de la manera en la que son, sin filtro.

–¿El momento de la composición sigue funcionando para usted como una especie de refugio frente a las tempestades internas y externas?

–Sí, adoro ese momento. Silencio, piano, guitarra y folio en blanco. Irte a la cama después de hacer una canción nueva. Lanzar un mensaje que, tal vez, pueda ayudar a alguien a sentirse mejor. ¡Qué más se puede pedir!