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Asegura sentirse «igual de nervioso que la primera vez» en cada ocasión que sube a un escenario, pero lo cierto es que lo que transmite Amancio Prada es paz y sosiego, calma y cierta sensación de bonhomía y espiritualidad, ya desde su imagen y actitud pero desde luego desde sus canciones empapadas de poesía, propia o ajena. El leonés (Ponferrada, 1949) de alma gallega publicó su primer disco hace 46 años en un pequeño sello francés, apenas acompañada su voz por guitarra y violonchelo. Mañana, en el murciano Romea, estará en cambio arropado por toda una orquesta sinfónica (la OSRM) y una coral (Discantus). Nunca el formato alteró, no obstante, el discurso de este cuidador de afectos, sonidos y silencios.
Poseedor de múltiples galardones, entre otros la Medalla del IV Centenario de San Juan de la Cruz (1991), la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (2001) y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2010), uno de los aspectos recurrentes de su obra radica en su interés por musicar poemas ajenos, ya sean de Rosalía de Castro o Agustín García Calvo, Federico García Lorca o San Juan de la Cruz, Jorge Manrique, Sánchez Ferlosio o Álvaro Cunqueiro. Justo antes del confinamiento, recibió el Premio de Cultura de la Xunta de Galicia.
Sábado 10 de octubre a las 20 horas.
Teatro Romea. Murcia Entradas: 25/20/15 euros (según localidad).
La de Amancio Prada es una obra difícilmente abarcable, preñada de proyectos de diversa concepción y formato, que alcanza los 30 álbumes de estudio, el más reciente un libro disco ilustrado sobre poemas de Juan Carlos Mestre que vio la luz en 2018 bajo el enunciado de 'Cavalo morto', un título que hace referencia a un amor concluido, que se convierte en un «cementerio de abrazos» pero que, como tal, debe dejar paso. Si algo aún sorprende en un cantautor de tan longeva carrera es su capacidad para no repetirse, sin por ello dejar de manejar las claves que marcan su armadura acústica: poesía, espiritualidad, textura folclórica y un cierto fondo libertario. Prada ama la quietud pero, sin alzar la voz, invita a rebelarse ante lo que se sabe injusto.
Defensor de los estados de ánimo tanto alegres como tristes y reconocido como «poco nostálgico», intuyo que Amancio Prada no convendrá con los bellos versos de las 'Coplas a la muerte de su padre', el poemario de Jorge Manrique que no hace tanto musicó: «Recuerde el alma dormida / avive el seso y despierte / contemplando / cómo se pasa la vida / cómo se viene la muerte / tan callando / cuán presto se va el placer / cómo después de acordado / da dolor / cómo a nuestro parecer / cualquiera tiempo pasado / fue mejor».
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