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A sus veinticinco años, Alice Wonder cuenta con una voz tan propia como salvaje, tan contundente como exquisita, tan atronadora como el más brutal de los truenos y tan poética como el más delicado de los versos tatuados en el viento. Cantante y compositora de ... hipnótica presencia escénica y magnífico repertorio, la madrileña se presentó en 2017 con un primer EP, 'Take off', que anticipaba sutilmente lo que serían 'Fire Kid' y, especialmente, 'Que se joda todo lo demás', uno de esos discos que impactan, confirman y consolidan al mismo tiempo y con idéntica fuerza. En la actualidad, Wonder se encuentra compaginando la elaboración de su próximo trabajo con una gira que finalizará este sábado en la sala Mamba de Murcia. Punto y seguido para una personalísima artista que se ha ganado con creces las expectativas e ilusiones depositadas por parte del público, crítica e industria sobre su futuro. Hablamos con ella.
Cuándo Sábado, a las 22.00 horas.
Dónde Sala Mamba.
Cuánto Murcia. 18 € / 22 €.
–¿Qué sonidos, aromas y energías atraviesan el presente de Alice Wonder?
–Buena pregunta. Llevo obsesionada con ese color melancólico y poderoso que te atraviesa el corazón desde que me enamoré de la música. Es roto, sucio y mágico. El sonido es uno que viene del futuro, pero conecta con nuestro pasado. La energía es liberadora, para nada pesimista ni deprimida, todo lo contrario.
-Hace pocos días que confesó estar en proceso de composición del disco más complejo y descabezado de su trayectoria. ¿En qué punto se encuentra?
–Diría que un 65% acabado, con la mitad seguramente más complicada ya trabajada, que es el concepto, y que lo he encontrado. Ahora queda grabarlo, filmarlo, darle coherencia en el mundo que vivimos, etc. Creo que va a dejar a la gente descolocada en el mejor sentido. No puedo esperar, me muero de ganas y todavía más de miedo, ¡pero así debe ser!
–¿Cómo es ese momento en el que los nuevos temas empiezan a comunicarse con usted?
–Todo empezó con una estética que me atraía, diferente y alejada de lo que he hecho o de lo que he consumido como espectadora. Viene de ese lugar y de una necesidad imperiosa de volver a sentir lo que sentía antiguamente con la música. De ahí nació la semilla que me llevó a una nueva historia. Siempre he dibujado mucho y he inventado guiones e ideas para películas, así que estoy feliz de decir que creo que he dado con la clave para unirlo todo en un mismo proyecto.
–Respecto al final de la gira de salas, Murcia se convertirá en el punto final. ¿De qué manera se siente ante esta despedida?
–Mi abuela era murciana, es una ciudad cálida y acogedora y tengo muchas ganas de enseñarle al público de allí lo que hemos hecho hasta ahora y algún tema nuevo inédito también, claro. Estoy feliz de poder seguir compartiendo, girando y evolucionando. ¡Tengo muchas ganas!
–El concierto se llevará a cabo en una sala. ¿Cómo hace para generar esos momentos tan característicos de introspección y crudeza en un ambiente, a priori, más proclive a lo festivo?
–Me gusta pensar que, cuando estoy a punto de generar un momento de intimidad, puedo escuchar casi la respiración y el corazón de cada uno de los presentes. Así es como genero esa sensación y entre ellos lo notan. O eso creo.
–¿Impone más cerrar una etapa o abrir una nueva?
–Lo segundo. Siempre. Pero cerrarla da un respeto elegante, bonito y diferente.
–Uno de los términos que más se han relacionado con usted desde casi los primeros pasos de su carrera es el de madurez artística. ¿Siente que su forma de entender la música ha estado marcada por esa mirada adulta desde el comienzo?
–Creo que tengo una cierta ventaja porque en mi casa la música ha sido tan importante como la comida. He tenido la suerte de convivir con ella en las buenas y en las malas y he podido escuchar y decidir lo que me interesa y lo que no. También tener un piano y varias guitarras cerca me ha dado pie a explorar todo lo necesario y de ahí he sacado unas conclusiones que, si la gente cree que son maduras, bienvenido sea. Lo que sí aseguro es que es real hasta la médula. Y supongo que eso se refleja.
–Hace cuatro años, cuando charlamos con motivo de su concierto en el Lemon Pop, me comentó que sentía mucha tristeza cuando salía de su mundo interior. Actualmente, ¿qué peso sigue teniendo para usted ese pequeño gran rincón a nivel tanto personal como profesional?
–¡Vaya! Pues la verdad es que el mundo interior ha crecido, pero, por suerte, me he hecho más amiga de la Alice interna. La externa estaba en desconexión. A veces solamente necesitamos mirar a nuestro niño interior con más amabilidad y cariño. Creo que estaba ciertamente avergonzada de no pertenecer a un canon estándar de persona, pero ahora he entendido que es parte de mi magia y de la de cada ser humano. Estoy preparada para mostrar mi alma como nunca lo he hecho. Estoy en sintonía con ella.
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