
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En un alarde de originalidad sin paragón, el otrora inquieto cineasta y productor Sam Raimi apuesta de nuevo por apadrinar un reboot del remake americano de una cinta de terror japonesa de éxito. Es decir, ha vuelto a hacer la misma película por tercera vez, como si no hubiese ideas nuevas que producir. Así, 'La maldición', convertida en una franquicia, con sus continuaciones, como mandan los cánones, vuelve a la cartelera para asustar al público joven que quizás no ha visto la obra de culto de partida, la buena, escrita y dirigida por Takashi Shimizu, quien también se encargó de rehacer su propio filme y secuela con capital estadounidense -y un buen traductor personal- bajo el título 'El grito', con Sara Michelle Gellar, prácticamente desaparecida en combate desde tamaña gesta audiovisual.
Sustituye a Buffy, la cazavampiros, Andrea Riseborough, el rostro excéntrico de la no menos extravagante 'Mandy'. Demián Bichir, John Cho, Betty Gilpin, Lin Shaye y Jacki Weaver completan el reparto de una propuesta cuyo mayor aliciente es su director, Nicolas Pesce, autor de las curiosas y recomendables 'Piercing' y 'The Eyes of My Mother', dos muestras de un cine sugestivo que aquí pierde algo de energía.
Pesce apuntaba maneras con sus dos primeras películas, inquietantes a rabiar, pero al caer en manos de Raimi parece haber perdido, irremediablemente, cierto atisbo de originalidad. Ojo con los cantos de sirena de los productores con nombre en el género porque no siempre ayudan a impulsar una carrera. A Fede Álvarez le salió bien la jugada al firmar el remake de 'Posesión infernal' y 'No respires', bajo el manto del creador de 'Darkman', pero el discreto resultado de 'La maldición' nos recuerda que puede ser un arma de doble filo dejarse llevar por las promesas de Hollywood.
De hecho, la materia prima de Shimizu ya está más que explotada, incluso mediante la parodia involuntaria: en 'Sadako vs. Kayako' se cruzaban los personajes de 'The Ring' y 'La maldición (The Grudge)', dos sagas explotadas al máximo que han aportado a la iconografía fantaterrorífica esa imagen escalofriante de una melena larga y morena como presencia del mal. Nunca hemos podido reaccionar igual ante el look del pelo emo.
Han pasado 15 años desde el primer remake de 'La maldición', que el mismo Shimizu entrenó dos años antes en Japón, siendo junto a 'The Ring' la punta de lanza de la invasión del J-Horror, un aluvión de títulos de terror nipones que tuvieron su correspondiente adaptación made in USA. «Cuando hicimos la original en 2004», se excusa Raimi, «el terror seguía siendo algo más bien marginal, para un público de culto. Pero ahora se ha popularizado entre el gran público». Precisamente esa «popularización» ha convertido el género en un sucesión de clichés y sustos de barraca de feria cuando busca ser comercial a toda costa. 'La maldición' de Nicolas Pesce, cuyo guión macabro acaba siendo diferente al relato inicial, afortunadamente, peca de previsibilidad en su primer acto, describiendo de nuevo las penurias que sufren las víctimas de un espíritu vengativo que habita en una casa encantada.
El filme mejora en su desarrollo cuando abraza el horror y la desesperanza sin paliativos, el miedo a lo sobrenatural y a nuestra propia existencia (el daño, con momentazos gore, lo infringen los seres humanos sobre sí mismos). En definitiva, Pesce entrega un nuevo capítulo al canon que gana enteros según se torna siniestro y descabellado, aunque la historia nos suene de algo.
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