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Para muy pocos han pasado desapercibido esos dos grandes carteles en la calle Calderón de la Barca. «Liquidación total. Cierre por jubilación». Calzados Consuelo, otro de esos negocios que cualquiera diría que iba a estar toda la vida, echará la persiana el viernes tras cien años de historia. Tras de sí deja un extensa y prolija saga de zapateros, la más querida del comercio oriolano. Su último paladín, el comerciante y expresidente de la Hermandad de la Resurrección, Joaquín Almagro, se jubila sin relevo generacional para esa bella herencia de sus abuelos.
Y es que la historia de Calzados Consuelo se remonta a muy atrás. Fueron los abuelos de Almagro los que comenzaron el negocio. Nicolás Aparicio y Joaquina Soriano abrían una tienda de zapatos a medida. Un negocio que continuaron el tío de Almagro y su madrina, Consuelo, la que a los postre daría su nombre al negocio. «Les ayudaba cuando hacía falta mi querida madre, Amparo, quien también lo hacía en la Librería Aparicio, con mi tío y padrino Luis. Fue una familia dedicada por completo al comercio de Orihuela».
Llegó un tiempo en el que funcionaron incluso dos zapaterías vinculadas a la familia, «una regentada por mi tío Simón , que continuaría mi primo Manuel, y la otra por mi madrina, a la que yo me incorporé hace cuarenta años». Desde niño, recuerda Almagro correteó por la tienda, ayudando y viviendo momentos históricos como las mudanzas y las riadas a las que, contra viento y marea, siempre se sobrepusieron con el tesón de ese «alma máter» que fue Consuelo. Ella, con su buen hacer, fue el mejor modelo de profesional del comercio, a quien le debo todo lo bueno que he aprendido», señala con emoción Joaquín.
Así se forjó una fama del negocio como referente de calidad y profesionalidad. «Hemos cuidado un trato muy personal, muy cercano. Y, por otra parte, siendo ya historia del comercio local, el indudable carisma de vendedora de mi madrina, que hacía que los clientes se sintieran atendidos con cariño, algo que mantuvo hasta el final de su larga vida profesional, y que yo he intentado mantener junto con mi dependienta».
También conocido en Orihuela por su estrecha vinculación a la Semana Santa, la jubilación le brindará así el tiempo que antes le restaba antes estar tras el mostrador. «Quiero seguir ayudando a mi querida Hermandad de la Resurrección y a la Cruz Roja, en todo lo que pueda, así como aprender nuevas facetas que, por falta de tiempo, no he podido. También tengo pendiente de leer unos cuantos libros, y me gustaría poder realizar paseos sin prisa por toda nuestra espectacular ciudad», comparte el veterano comerciante.
Atrás deja un mundo, el del pequeño comercio, en el que, reconoce, cada vez es más difícil levantar la persiana. «Calzados Consuelo ha funcionado muy bien hasta el final, pero creo que el comercio, no solo en Orihuela, pasa por momentos complicados. Internet, las grandes superficies y los excesivos impuestos lo hacen demasiado difícil, al que hay que dedicar muchas horas para realizarlo bien», lamenta Almagro, que agradece en este final de ciclo a todos sus clientes «su confianza durante todo este tiempo».
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