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Los Reyes Magos no se marean en las travesías y tienen muy claro que llegarán a hacer su cometido sea en el medio de transporte que sea. Si hay que dejar aparcado el camello, se deja. En Torrevieja al menos siempre ha sido así y sus Majestades ya están más que acostumbrados. Para ellos siempre es un gusto surcar la bahía salinera y este año lo era más porque lo hacían en un barco de excepción: el Pascual Flores.
El histórico pailebote que el siglo pasado transportaba la sal hasta los puertos más lejanos fue este viernes el encargado de recoger a los tres monarcas, aprovechando que está de visita en su tierra natal. Puntuales, asomaron la proa por Punta Margalla en una singladura lenta en la que empezaron a recibir el saludo de cuantos les aguardaban ansiosos en tierra.
Fue atravesar la bocana y la Lonja pesquera se convirtió en un auténtico hervidero. Todo el boato les esperaba para brindarles honores, entre ellos pajes para sostenerles sus largas capas. Nada más bajar de cubierta y poner pie en tierra firme, les dio la bienvenida el alcalde, Eduardo Dolón, acompañado de su familia.
Fuera del recinto de pescadores, arriba en el paseo voladizo del dique de Levante, cientos de personas, y abajo todas las carrozas y danzantes listos y dispuestos para desfilar. Como un reloj, la música y baile oriental despertaron las ilusiones de los más pequeños en una larga caminata que les llevó por Ramón y Cajal, Zoa, plaza de Oriente, Ramón Gallud y Patricio Pérez.
Al llegar a la plaza de la Constitución, frente a la iglesia de la Inmaculada, tuvo lugar la tradicional representación de la adoración al niño Jesús y el Rey Melchor dirigió unas palabras de agradecimiento. Una vez terminado el acto, Melchor, Gaspar y Baltasar se dirigieron a la tercera planta del Ayuntamiento y en el salón de plenos fueron agasajados con roscones en compañía de buena parte de la corporación municipal y otros tantos invitados.
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