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La Semana Santa ya se empieza a respirar en el ambiente. Orihuela, a pocas semanas de que sus fiestas más sentidas empiecen a desfilar y tomar sus calles, vivió ayer viernes ese pistoletazo de salida con olor a incienso y banda sonora de clarines y gemelas. El Teatro Circo llenaba su patio de butacas como cada año para recibir la semana de pasión en cofrade fraternidad. Tedioso y extraño para el foráneo y, al mismo tiempo, capaz de erizar la piel a todo orgulloso oriolano que sienta correr la nazarena sangre por sus venas, el pregón de este año aguardaba un aliciente extra. Un punto de picante que hacía presagiar que algo excepcional podía suceder una vez se levantara el telón -y no era solo por la presencia del obispo Munilla-. La glosadora no defraudó. Acostumbrada a prodigarse poco desde su sonada salida de la política, la exalcaldesa Mónica Lorente regresó al micrófono y la tribuna y, si bien hizo buen alarde de querencia a la fiesta y de convencida moralidad cristiana, no pudo evitar sucumbir a la tentación de hacer constar ante los presentes lo que considera su legado político y compartir cuántas inquietudes le plantea el huracán político de nuestros días. Así, entre evocadores momentos de fervor y fe, de multitud de recuerdos de procesiones, su devota alocución dejó a ratos claros tintes de mitin.
El más evidente fue cuando apenas corrían los diez minutos de discurso. De lo que se suponía un homenaje y unas palabras de agradecimiento eterno a su cofradía de toda la vida, el Perdón, acabó en toda una diserción filosófica de cuánto esa palabra en lo más profundo significa. «Qué sencillo y fácil parece pedir perdón. El perdón está de moda. Para mí, mujer oriolana, cofrade de El Perdón y cristiana siempre lo ha estado. Según un medio de comunicación muy pero que muy progre, perdonar es un acto de generosidad que mejora la salud física y el bienestar mental. Así lo afirma en su sección de salud y belleza. Para nosotros, los cristianos, el perdón siempre fue tendencia. Siempre ha estado de moda desde hace más de dos mil años».
Para Lorente está claro que el cristiano debe perdonar cuantas veces haga falta, pero, apostilló a continuación, lo de la amnistía a los condenados por el procés en Cataluña no merece absolución alguna. «Yo, que pretendo cada día ser mejor cristiana, me pregunto. Y ahora, ante tanto espectáculo, ¿qué debemos hacer nosotros? ¿Qué debemos hacer con unos pocos, una minoría que prefieren salir a oscuras en silencio del lado de Barrabás? ¿Qué debemos hacer con los que mercadean con competencias y presupuestos, con declaraciones de independencia, con la inmigración, con la educación, con nuestra lengua común, el castellano, el español, con el futuro de nuestros hijos? ¿Qué debemos hacer con los que venden y compran su amnistía? ¿Es eso perdón? Que nadie nos confunda. El espectáculo de la amnistía que nos quieren vender, que nos quieren imponer, no es perdón. No es perdón si no hay arrepentimiento, si no existe una sola lágrima como las que derramó San Pedro. No es el gesto y el sentimiento cristiano más íntimo, profundo y generoso que mi padre el de la Caída, el del Calvario, pronunció antes de morir por mí. No es el perdón que nos han transmitido la mejor herencia cristiana para vivir con luz, para vivir con vida».
Lorente tuvo después tiempo para recordar la gloria que trajo a Orihuela la Luz de las Imágenes y el centenario del nacimiento de Miguel Hernández. Tampoco se le escapó que su esperada glosa coincidía, paradojas de la vida, con el Día Internacional de la Mujer. La que fuera la primera alcaldesa de Orihuela agradeció y puso en valor el papel de todas las mujeres que participan de una manera u otra de la organización de la Semana Santa y recalcó que para ella la procesión de las mantillas el Domingo de Ramos es su particular 8-M.
Dicho el grueso de lo político, Lorente continuó con su particular relato de su Semana Santa, tal y como hicieron tantos de sus predecesores en esto de glosar a la fiesta de Interés Turístico Internacional. Un reconocimiento que, se encargó de recordar, llegó a Orihuela con ella de inquilina en el despacho del Palacio del Marqués de Arneva. «¿Se dice pronto verdad? Lo que costó. Lo que trabajamos. Lo que viajamos y recorrimos. ¿Pero sabéis lo mejor? Que está declaración es tuya y de todos».
La exalcaldesa pidió a todos los oriolanos que hicieran honor a ese reconocimiento y que dieran promoción a la Semana Santa. Aunque ella, reconoció, lo ha hecho con algo de ventaja. «Mi alcalde, un gran alcalde, José Manuel Medina me mostró el camino y siempre fue un hombre de Semana Santa. Yo era una jovencísima concejala y me ofreció la mejor herramienta: la Concejalía de Turismo. Y me dijo: 'Marca un objetivo y a por todas'. Y así lo hicimos. Sacamos a la Semana Santa de La Merced, hicimos las maletas y la llevamos de viaje, donde su promoción tuviera las mejores y acreditadas tribunas internacionales. Pisamos muchas moquetas de ferias internacionales. Acudimos a todos los foros», evocó Lorente, que hizo extensiva su condición de pregonera por méritos a los ediles con lo que coincidió, entre ellos algunos tan reconocidos como Pepa Ferrando, David Costa, Eva Ortiz, Mariola Rocamora o Dámaso Aparicio. «Jamás hubiéramos logrado tantos objetivos si no hubiéramos trabajado sin aliento por Orihuela todos juntos», remachó orgullosa.
De reivindicación de méritos propios fue el discurso de Lorente y de reivindicación de cuentas pendientes fue el discurso del presidente de la Junta Mayor de Cofradías, Pepe Sáez Sironi. El recién ungido de nuevo como cabeza de las cofradías y hermandades de la Semana Santa oriolana para los próximos cuatro años reivindicó lo que, a su juicio, es una progresiva pérdida de apoyo por parte del Ayuntamiento. Sironi, así, comparó el dinero que destina Lorca a sus fiestas con respecto a Orihuela y pidió que la aportación municipal a la fiesta se incremente tras años estancada.
Por su parte, el alcalde, Pepe Vegara, también aprovechó la presencia del obispo y el presidente de la Diputación para recordarles una cuenta pendiente de ambos con Orihuela, la de la creación de un patronato que salve el patrimonio histórico de su inexorable decadencia. «Necesitamos ayuda. Nuestro patrimonio histórico-artístico y natural está en un momento delicado. No soy en absoluto una persona catastrofista, diría que soy todo lo contrario, un optimista feroz, por eso no me gusta hablar de puntos de no retorno, pero lo que es claro, es que si no empezamos ya a bloquear el deterioro de nuestro patrimonio y de su entorno urbanístico y social, tal vez alcancemos esa cota desde la que ya no hay salvación posible», señaló Vegara.
Amenizado por los Cantores de la Pasión, el acto sirvió también para condecorar a los nuevos cargos. El abanderado de la procesión general del Viernes Santo, José Manuel Llor, recibió una réplica de la bandera que portará ese día. Ignacio Martínez, expresidente de la Junta Mayor de Cofradías, también recibió otro obsequio como Nazareno del Año. Asimismo, otro expresidente de la Junta, Eduardo Fernández, fue reconocido con la entrega de una vara con el escudo de todas las agrupaciones de la Semana Santa oriolana.
El pregón, por otra parte, no solo congregó a la fresa y nata de la sociedad oriolana. Venidos de fuera se dejaron ver, aparte del obispo, también algunos diputados, senadores y altos cargos autonómicos, así como el presidente de la Diputación de Alicante, Toni Pérez.
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