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Las noticias escandalosas que dieron todos los medios del mundo, va a hacer ahora un año, sobre la eutanasia inmediata en Suiza que había solicitado el anciano actor francés Alain Delon eran algo exageradas. Delon continúa todavía hablando, incluso puede que se le descuelgue alguna ... risa. Profundamente deprimido y en silla de ruedas, pero, hombre nostálgico, aún agarrado a los recuerdos de alguien que llevaba su nombre, que le aseguran era él. El dinero no se lo echan a nadie al ataúd y debería ser obligatorio que te echaran los recuerdos, puesto que,al final son todo lo que hemos tenido. Delon, tras desaparecer la mujer que más amó, puede que sienta ganas de morir, pero siempre al día siguiente, como San Agustín cuando dijo aquello de «Señor, hazme casto, pero todavía no». Delon debió pensar que morir es la única cosa que se puede dejar siempre para mañana, porque lo más grave que puede pasar a causa de la demora es que te mueras, aunque de otra cosa.
En realidad Alain Delon nunca dispuso nada en Suiza para que le aplicaran la eutanasia. Solo emitió un vago deseo a uno de sus hijos de desaparecer de la faz de la Tierra. Pero si hiciéramos caso a todos los que exclaman alguna vez que quieren morirse, no quedaría nadie, ni para poner la inyección letal. Quien más quien menos, por cansancio, por lo que sea, ha coqueteado alguna vez con ese sentimiento, por lo general pasajero (en mi caso se produce a diario, aunque es pasajero hasta mañana por la mañana). Hay que llevar mucho cuidado y no entusiasmarse con la eutanasia legal, porque puede llegar un momento en que empiece a funcionar sola, como los ordenadores que se vuelven locos. Y que de pronto se planten un par de funcionarios forzudos a las cinco de la madrugada para llevarte en un furgón a la Suiza más próxima, que suele estar en algún lóbrego hospital de extrarradio, porque alguien, en alguna parte, te ha oído suspirar en público aquello de «Señor, llévame pronto». No hay que darse nunca demasiada prisa con el suicidio asistido, siempre hay tiempo de tomar un par o tres de cervezas antes (es asombroso cómo se ven las cosas tras un par o tres de cervezas), porque lo peor de desear algo es que nos hagan caso. Recuerdo que había un artista que sacaba sus encargos a descalzaperro, aprovechando que sus posibles clientes estaban de subidón, en la alta noche. «Ya está listo el cuadro que me pediste»; «¿Qué cuadro? ¡Pero hombre, si estábamos de copas!». Ni copas ni nada, tenía que pagar.
Una vez puesta en marcha la lenta, formidable y espantosa maquinaria del Estado da pudor decir, por no decepcionar a mucha gente y no causar gantos públicos inmotivados, que nos lo hemos pensado mejor y que cuando dijimos que queríamos eutanasia asistida es que estábamos de copas, con la euforia. Se empieza despenalizando la eutanasia activa, se continúa regularizando su aplicación y se termina aplicándola a gente demasiado cívica que no sabe decir 'no'. Delon aún vive, pero ha faltado poco (los medios apretaron) y los que mantienen que el suicidio es progreso están decepcionados.
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