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Todos, todas y todes tenemos alguna cantidad de hombre y de mujer dentro de nosotros. Esta fue la tesis (menos lo de «todes»), hace un siglo, del filósofo vienés Otto Weininger, antes de suicidarse a los veintitrés años. Mantenía el joven que no hay hombres ... ni mujeres puros, sino que estamos mezclados dentro de nosotros en proporción variada. Así, un tipo que es viril en digamos un noventa por ciento de sus cosas es bastante hombre y muy poco femenino, mientras que quien solo lo está en un cuarenta tira más bien a mujer y, tras las últimas investigaciones de la Universidad Estatal de Minnesota, no debería llevar vaqueros ajustados para que no le maten sus últimos espermatozoides.

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