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Al Partido Popular no le gusta España tal y como es hoy: la de la flamenca del balón Olga Carmona. Qué mujer más grande la catalana Aitana Bonmatí, que fue votada como mejor jugadora del Mundial; la de Alba Redondo, que será nombrada hija predilecta ... de Albacete; la de la sensibilidad y veteranía cuajada por Jenni Hermoso, la de Salma Paralluelo, elegida mejor jugadora joven del torneo, cuya madre es de origen africano. Tan distintas. Tan iguales. Estas mujeres representan a esa España que reivindica la igualdad y por ende la libertad, la misma libertad de la que gozamos los hombres.
El gran partido conservador de España no acaba de asumir con naturalidad la realidad del Estado: ese país que vibra escuchando 'Lau teilatu' de Itoiz, el rock de Berri Txarrak, o leyendo a Kirmen Irube. El país de Carla Simón y su 'Verano 1993', el de los valencianos ZOO, o el de Tanxugueiras. Ese país, España, que lee a Reverte y Atxaga, que come marineras y gildas, ese país extrovertido y creativo que viene de sitios distintos, que sueña en lenguas distintas, pero que se encuentra en la plaza para celebrar la vida, nuestra genial gastronomía y todas las cosas buenas que siempre son mejores compartidas.
Tampoco le gustó la España de la transición democrática: el grupo parlamentario de Alianza Popular se partió en tres en la votación sobre la Constitución de 1978. De sus 16 diputados, ocho votaron a favor, cinco en contra y tres se abstuvieron. El PP nunca acabó de digerir esa España integrada por nacionalidades y regiones que establece el artículo 2 de la Constitución del 78. La misma Constitución que en su artículo 3 define el castellano como la lengua oficial del Estado, al tiempo que establece como cooficiales las demás lenguas de España y reza: «La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección».
Aún menos le gustó la amnistía de Adolfo Suárez, pese a los pingües beneficios para algunos de sus fundadores y principales cuadros. El encargado en 1977 de explicar la abstención del grupo de Alianza Popular en la votación de la ley de Amnistía fue el diputado Antonio Carro Martínez (exministro de la Presidencia de Franco). Años más tarde, en 2014, el Sr. Carro fue imputado por la jueza Servini por presuntos crímenes durante la dictadura, pero esos presuntos delitos nunca pudieron ser enjuiciados gracias a la ley de Amnistía, especialmente gracias a un párrafo que se introdujo a última hora y que reproduzco textualmente: «Quedan comprendidos en la amnistía los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta ley» (sic). No obstante, en su intervención, Carro Martínez aceptó y reconoció la institución de la amnistía, aunque advirtió a sus señorías que, dado su carácter excepcional, hacía mucho tiempo que no se usaba en algunas democracias occidentales. (Provocando las risas en el hemiciclo).
No escribo estas líneas con regocijo. La empanada mental del PP con España es una tragedia que condena a buena parte del país a la negación de lo que somos y por tanto a la frustración con la realidad, y, desde un punto de vista de estrategia política, la principal causa de su aislamiento político que abocará al fracaso el encargo que Feijóo suplicó al Rey. Incapacitados para tejer acuerdos con los demócratas cristianos del PNV y Junts (ahora ni hablando catalán en la intimidad). Porque la derecha española ha trasladado el eje del debate político a posiciones ultramontanas, recurriendo incluso en ocasiones al mantra franquista de los enemigos de la patria: la anti-España. Es decir, todos aquellos que no piensan como nosotros son enemigos de la patria porque 'nosotros' somos la patria… los dueños del cortijo, los guardianes de las esencias, los sumos sacerdotes.
Resulta paradójico que nada sea más disolvente de España que este nacionalismo excluyente que promulgan los partidos de la derecha… ¿Se acuerdan de los hechos de septiembre y octubre de 2017 que condujeron a la declaración unilateral de independencia bajo el Gobierno de M. Rajoy? Hoy los dos partidos del Gobierno de coalición han sumado el 48,52 de los votos en Cataluña y los independentistas de Junts y ERC se han quedado en el 24,32 de los votos. Desde que Pedro Sánchez dirige el Gobierno de España, el Estado ha puesto en marcha una estrategia destinada a fomentar el diálogo, curar las heridas de aquel trauma y fortalecer la unidad.
La mejor unidad es siempre aquella que viene legitimada por la voluntad mayoritaria, y también aquella que acepta e incluye a todos, incluso a aquellos que no la comparten. En la España real cabemos todos, todos, todos... Es tiempo de que el Partido Popular asuma esa realidad, desde ahí tendrá más capacidad para contribuir a la construcción de este gran proyecto colectivo llamado España.
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