Secciones
Servicios
Destacamos
Die Wahrheit über Franco: Spaniens vergessene Diktatur' es el nombre original de la miniserie alemana que analiza las claves de los cuarenta años de dictadura del general Franco. En esta excepcional serie documental que emite Netflix, el dictador insiste varias veces en la idea de ... que prefería matar a la mitad de los españoles antes de que sobrevivieran los comunistas. El hombre partía de un error no pequeño: todos los que no pensaban como él eran comunistas (porque todavía no existía el 'sanchismo').
Han pasado los años y los hechos evidencian que siguen existiendo las dos Españas que contrastaba Antonio Machado: la que muere y la que bosteza. Hasta aquí bien (o mal), pero intentar meternos en el mismo saco a quienes hemos votado al partido socialista o a la formación independentista Junts constituye un ejercicio de perversión política propio de mentes trastornadas, manipuladas o interesadas en mentir. Lo único que nos une es la certeza de que debemos encontrar fórmulas para convivir que no pasen por hacer desaparecer a una parte de nuestros conciudadanos, recuperar, como decía Ortega, la conllevancia: reconocer que este conflicto político no tiene solución plena.
Conviene recordar los orígenes de todo este lío liado. Nuestra querida España se creó en 1469 gracias a una boda clandestina entre Isabel y Fernando, 'tanto monta, monta tanto'. Los Reyes Católicos crearan el Estado moderno con la unión dinástica de Castilla y Aragón y la conquista de Granada. Más tarde, sus pimpollos sumaron los reinos de Navarra y Portugal (los lusos se piraron aprovechando una sublevación en Cataluña). En fin, que los Habsburgo se montaron una monarquía confederal (con-fe-de-ral) cuyas señas de identidad perduraron hasta el s. XVIII. La cosa se volvió a liar cuando Carlitos II el Hechizado no tuvo hijos y se montó la guerra de sucesión entre austracistas (apoyados por Aragón) y borbónicos (apoyados por Castilla). Ganaron los Borbones y se sacaron de la corona los decretos de nueva planta que pusieron fin a lo que quedaba del Reino de Aragón (incluida Cataluña, que nunca fue un reino). Los juegos de tronos concluyeron, pero el apego de la ciudadanía a sus tradiciones, costumbres, cultura, idioma e identidad permanecieron. Otra cosa fue el nacimiento del nacionalismo catalán, vasco, gallego o español que surge como una mezcla de las pulsiones racistas de Sabino Arana, el etnicismo de Carles Puigdemont (la que has 'liao', pollito), el pragmatismo y la transversalidad de Ana Pontón (la máquina de soñar del nacionalismo gallego) y, una vez más, el nacionalismo castellano o español de Jorge Buxadé (el 'català més poderós' de Vox).
Una historia muy bonita, pero lo que realmente importa es lo que pensamos los españoles hoy. Por ejemplo, lo que piensan la mayoría de ciudadanos catalanes que hoy se sienten tan españoles como catalanes. Decidir, sí, pero todos: independentistas vascos, catalanes y los no pocos españoles embutidos por el nacionalismo castellano o español liderado por Santiago Abascal e Isabel Díaz Ayuso. Y también todos los que tenemos ideas diferentes de nuestro país. El debate de fondo es si el futuro de España pasa por un modelo federal o confederal.
En el marco de la discusión, el lehendakari Urkullu ha pedido a Sánchez que dé pasos para que España se convierta en una «confederación» de estados ('Estatu plurinazmargaritaionala'). Su viabilidad y, en su caso, su materialización no depende de la razón histórica –todo ese cuento que les he contado y que avalaría su propuesta–, sino de la voluntad de todos los españoles. Urkullu nos invita a hablar, no a deshacer España porque, insisto, primero habría que acordar qué idea tenemos los españoles de España y aquí cada uno de nosotros tiene derecho a tener la suya. ¿Y después? Decidir, sí, pero todos.
Llegado a este punto, convendría preguntarnos cómo arreglamos este asunto y cómo acabamos este artículo. A ver, Feijóo carece de apoyos para ser investido y debería haberse mantenido al margen para facilitar una decisión realizable del Rey. Mientras la criatura sigue deshojando la margarita de si dialoga, negocia o pacta con Puigdemont (o no), Feijóo podría hacer un último servicio a la patria: cortar con Vox y apoyar la investidura de Pedro Sánchez (esta idea no es mía sino de Juan José López Burniol, vicepresidente de la Fundación Bancaria La Caixa). Se sumaría así al único gobierno posible tras el veredicto de las urnas y juntos estarían en mejores condiciones para superar este conflicto político de las nacionalidades históricas. A mi juicio, la única solución pasa por el desarrollo federal de nuestro Estado autonómico. Si así fuera, Feijóo pasaría a la historia por recuperar el alma democratacristiana y liberal del Partido Popular y por su contribución a una idea de España en la que deberían caber 'os soños de todos'. Bueno, de casi todos, a María Guardiola le robó los suyos y hoy hará lo propio López Miras. Agur.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.