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Viaductos para niñas y mujeres en ciencia
LYCEUM - CIENTÍFICAS A PIE DE CALLE ·
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LYCEUM - CIENTÍFICAS A PIE DE CALLE ·
La igualdad real todavía es un sueño y, aunque se repita que nuestra sociedad ha conquistado la igualdad, esta igualdad ficticia es una falacia¿Por qué no hay más mujeres en ciencia? No es falta de talento, pero ser científica y mujer sigue siendo un reto en el ... avanzado siglo XXI. La tijera, el techo de cristal, las barreras transparentes, los suelos pegajosos, los peldaños exageradamente altos, el síndrome del impostor o el de la abeja reina, en definitiva, las costumbres culturales, los estereotipos y otros condicionantes sociales de la vida diaria impiden la completa realización de las mujeres en el mundo de la ciencia. Las causas hay que buscarlas en las variantes interseccionales que, aunque no impiden, entorpecen a la mayoría de las mujeres el camino de la investigación altamente productiva y competitiva y alcanzar puestos de toma de decisiones.
En 1995, en la IV Conferencia Mundial de las Mujeres de Beijing (Pekín), se introdujo el término 'transversalidad' como la estrategia para aplicar, de forma sistemática, la perspectiva de género en todas las acciones políticas. El fin era obtener un cambio social y estructural y conseguir la igualdad de oportunidades y de trato para las mujeres. Gracias al trabajo de generaciones de mujeres que se batieron por defender los derechos femeninos, se han alcanzado metas que quizá eran impensables hace 40 años. Sin embargo, la igualdad real todavía es un sueño y, aunque se repita que nuestra sociedad ha conquistado la igualdad, esta igualdad ficticia es una falacia.
El camino a la igualdad en ciencia no está exento de pedruscos, baches e incluso algún tramo hundido en un profundo abismo, lo que significa que hay que coger carrerilla o que hay que construir un viaducto sólido para cruzar ese valle, que profundiza con la maternidad. Hay algunas mujeres que cogieron carrerilla y, con mucho afán, determinación y esfuerzo, saltaron esas barreras y llegaron al otro lado consiguiendo sus metas científicas. A ellas miramos, son nuestros referentes. Pero la realidad es que no hay demasiados modelos. Y ese sacrificado camino, aunque loable, no sirve para todas las mujeres. Eso no es suficiente. Exigir que las mujeres tengan que correr la 'maratón con tacones' no es de recibo. Tampoco valen pasarelas frágiles que se desmoronan, que son 'parches' y que solo sirven para unos años (o para unas elecciones). No queremos que se nos utilice como reclamo político electoral. Eso es un fraude. Lo que se precisa es erigir y cimentar viaductos robustos e incluso transbordadores para que todas las niñas y mujeres puedan utilizarlos, si lo desean, cuando lo deseen. Que puedan servirse de ellos como, tradicionalmente a lo largo de la historia, lo han hecho los varones.
Es imprescindible que la igualdad de oportunidades, a todos los niveles, sea un hecho, que se edifique una sociedad igualitaria convencida, basada en la justicia social y en la equidad. Nos jugamos el futuro si hacemos oídos sordos y seguimos educando en la desigualdad 'de facto'. Para que esa metamorfosis se haga realidad deberán pasar muchos años, al menos una generación que cambie de mentalidad. Hay que analizar cuáles son los verdaderos impedimentos: que las mujeres los definan en sus vidas, ya que son diferentes en cada circunstancia y muchas veces 'transparentes'. Esos obstáculos, además de culturales, son sociales y estructurales. Entre ellos, la segregación profesional, los estereotipos de género, que ocupan más del 40% de noticias en redes sociales, y las discriminaciones múltiples: la etnia, la cultura o la clase socioeconómica. Todos reverberan, suman en negativo, y sustentan la importancia y precisión de la interseccionalidad en la desigualdad al acceso a la profesión científica.
Aunque en el último decenio se ha avanzado considerablemente, se debería favorecer activamente el desarrollo del talento femenino analizando los factores interseccionales. Empero, por favor, no hagan una lectura equivocada. Construir viaductos y transbordadores para las niñas y las mujeres científicas no es una medida de discriminación positiva. Es brindarles de forma natural las herramientas necesarias para que las que quieran, las puedan utilizar. No es empinar segregadamente a las niñas y a las mujeres, sino facilitarles las mismas herramientas que los hombres tienen y han tenido desde hace siglos. Que cada cual pueda elegir en libertad según sus deseos y gustos. Y aunque William Shakespeare dijera que «a mayor talento, en la mujer, mayor indocilidad», no tengan miedo, a buen seguro, un mundo más equitativo que cree conocimiento aplicado a través de los descubrimientos científicos de sus ciudadanos y de sus ciudadanas, mejorará la existencia de toda la comunidad.
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