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San Valentín

A los españoles no hay quien nos gane en materia de fiestas, que tienen su consecuencia en un continuo tirar de tarjeta

Domingo, 14 de febrero 2021, 11:26

Hoy es San Valentín. Otra fiesta más que añadir a las muchas que parecen ser tan profanas como religiosas. Son celebraciones que aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid pero que son simples reclamos consumistas. La publicidad nos inunda de anuncios y propagandas con el fin de animar al ciudadano a gastar unos euros que le sobran o que no le sobran. Son demasiados mensajes como estos que dan la matraca a quienes pasamos de semejantes señuelos: no hemos salido de los Reyes Magos y ya está aquí el día de los enamorados, prólogo de los carnavales que no son moco de pavo, aunque resulten festejos mundanos a tope. Pero no se descuiden mucho pues San José está a la vuelta de la esquina, santo popular donde los haya, ampliada su celebración al Día del Padre para que la necesidad de regalar sea mayor. Bien diferenciado del Día de la Madre, que ocupa un destacado lugar en la primera semana de mayo, trasladado allí desde donde estaba a principios de diciembre, la Inmaculada Concepción, que tenía demasiada competencia entre el 'Black Friday' y la Navidad.

En el verano hay santos para todos los gustos, desde el caluroso San Juan hasta los no menos significativos San Pedro y San Pablo. Tampoco nos olvidemos del 15 de agosto, festividad de todas las Vírgenes habidas y por haber, que cambian de nombre según pueblos. En Murcia tenemos, además, las celebraciones a María y a la Fuensanta que compiten en relevancia septembrina. Tampoco es manca la fiesta de la Virgen del Rosario en octubre, como no lo es, en noviembre, el moderno 'San Black Friday 'antes citado. Y para rematar el año tenemos el premio gordo de contar con dos fiestas seguidas con necesidad de regalos, como son Papá Noel y los Reyes. A ver quién da más. A ver qué país tiene dos motivos tan seguidos para gastar. Los pueblos racionales obsequian normalmente en Navidad, y listo. Nosotros, no. A los españoles no hay quien nos gane en materia de fiestas, que tienen su consecuencia en un continuo tirar de tarjeta, en consumir, en una palabra.

Es evidente que los santos (que tampoco se celebran en todos los países, salvo en algunos latinos) tienen su tradición. No lo vamos a negar. Tanto si se llama Florentino como si se llama Josefa, un santo es un santo. Pero ampliar el radio de acción de determinadas onomásticas, como el del mentado San Valentín, es más que llamativo. Porque, vamos a ver, quién fue San Valentín; cómo es posible que un santo como este abra restaurantes con menús especiales, venda aderezos en joyerías, liquide los últimos abrigos de la temporada, protagonice sorteos de lotería, engalane establecimientos con corazones, produzca programas especiales en televisión, que emitirá por enésima vez 'El día de los enamorados', con Concha Velasco, Mabel Karr y Katia Loritz siendo perseguidas por Jorge Rigaud, apuesto santo de bastón y bombín...

Hagamos un poco de historia para situar el caso: San Valentín era un médico romano de tiempos de Claudio. Este se hizo famoso por sus buenas obras, que fomentaban el amor y la amistad. En ellas, casaba de tapadillo a soldados con distinguidas damas en las catacumbas, pues el matrimonio cristiano aún no se permitía. Aunque aquel emperador (famoso por la serie inglesa interpretada por Derek Jacobi) no quería ajusticiar al bueno de Valentino, este fue condenado a ser decapitado. Pero, aquí está lo bueno, parece ser que nuestro santo varón se enamoró en la trena de una ciega, que recobró milagrosamente la vista cuando aquel iba hacia el cadalso. Esto pasó en el año 270, hace nada menos que veinte siglos. Después, la iglesia adaptó en el 14 de febrero una nueva festividad dedicada al santo del amor en lugar de las paganas lupercales de la fertilidad. Así vivió hasta que, en 1969, Pablo VI lo eliminó del calendario litúrgico, leo incrédulo en algún sitio. Para entonces, Galerías Preciados ya lo había recuperado como reclamo para gastar. Hasta hoy. O sea, que santo hubo, que el tal Valentín tenía fama de ser más bueno que el pan; que fue modelo del amor cortés en el Renacimiento, y citado como tal por los siglos de los siglos. Pero de eso a lo que significa hoy media un abismo. En la actualidad es un tsunami de mensajes para ir corriendo a comprar algo a nuestra pareja. No nos hace maldita falta saber quién fue o quién dejó de ser el tal San Valentín.

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