Borrar

Dos unidades en riesgo

De una crisis económica se sale, la desigualdad puede paliarse, pero si España se rompe será casi imposible rehacerla

Miércoles, 8 de enero 2020, 02:14

Tengo dicho que España, sin Cataluña, se convertiría en Hemiespaña. Evitarlo es el reto más importante actual por su carácter irreversible: de una crisis económica se sale, la desigualdad puede paliarse, pero si España se rompe será casi imposible rehacerla. Por ese y otros motivos, soy partidario de la unidad de España y de la soberanía única del pueblo español. Como también lo soy de la Unión Europea (UE), la única cesión de soberanía que estoy dispuesto a apoyar iría de España hacia la UE, lo que incluye asumir sin más las sentencias del TJUE y las decisiones del Parlamento europeo. En cambio, no aceptaría transferir soberanía de España hacia alguna de sus partes integrantes, un paso retrógrado que iría contra la igualdad de todos los españoles. Esa igualdad que la añorada izquierda antigua defendía por encima de las particularidades de sexo, idioma natal o lugar de residencia. En ese sentido, no que creo que ninguna de las regiones y nacionalidades de las que consta España tenga derecho a ningún privilegio especial. Ni siquiera soy foralista: prefiero la España federalizada de regiones y nacionalidades.

Unas y otras son zonas españolas geográficamente conexas, con marcadas peculiaridades y aspiraciones, pero que no llegas a ser nación y carecen de soberanía. Obviar la rica diversidad regional española es un error, pero también lo es decir que España es una nación de naciones, pues tanto la soberanía como el derecho a ella son únicos e indivisibles: el derecho a decidir que reclaman los separatistas es el derecho a que los hemiespañoles no decidamos.

Sería una equivocación fatal prescindir del término 'nacionalidad', un hallazgo de los constituyentes para aludir a una región que podría ser considerada una nación desde el punto de vista cultural, pero que no lo es desde el político, que a efectos de soberanía es lo que cuenta. Llamar 'nación' a Cataluña o al País Vasco no es inocuo, pues refuerza la idea separatista de que tienen su propia soberanía y merecen la independencia o, al menos, un trato bilateral y ventajoso. Es lo que hasta ahora habían venido haciendo el PSOE y el PP cuando buscaron sus apoyos parlamentarios para gobernar en España, pero en la etapa actual sería preferible seguir la senda marcada por Guerra, el dirigente socialista que tuvo el coraje de decir que el inconstitucional Estatuto catalán de Maragall y compañía merecían un «cepillado» en el Congreso; y también la senda de Rajoy, el primer presidente del Gobierno español que dijo 'no' a una pretensión separatista catalana: la de disponer de un sistema fiscal propio e independiente del español. Esa es la vía.

Ahora el pacto suscrito por PSOE, PSC, Podemos, PNV y ERC para que Sánchez sea presidente del Gobierno español pone en riesgo la unidad de España, según muchos analistas. La idea, por ejemplo, de que jueguen en competiciones internacionales las selecciones vascas, supongo que enfrentándose eventualmente a las hemiespañolas, sería todo un síntoma. Y lo han aprobado. Como también lo sería celebrar un referéndum solo en Cataluña sobre el acuerdo alcanzado entre PSOE, PSC y ERC. Pero, así mismo, lo han aprobado. Ya sé que no se preguntaría directamente sobre la independencia de Cataluña, lo que sería delictivo, pero efectuarlo sembraría la semilla de que es aconsejable someter a referéndum en alguna nacionalidad de España algunos asuntos que también conciernen a los hemiespañoles.

Ese acuerdo va a dificultar, además, explicar al Parlamento Europeo que no tienen derecho a ser eurodiputados los condenados por sedición y los prófugos de la Justicia española. Y será difícil porque los propios gobernantes españoles están pactando con ellos. Por no hablar de defender ante el TJUE el proceder del Supremo. En resumen: el pacto es un riesgo cierto.

La otra parte no lo tiene mejor: Puigdemont y compañía van a tener difícil seguir propagando en la UE que España es una dictadura, o una democracia imperfecta, que no respeta los derechos humanos y persigue a inocentes líderes políticos. Lo será porque uno de esos líderes, y no el menor, está pactando con los gobernantes españoles. Los separatistas radicales también tendrán difícil explicar a sus seguidores que el derecho a decidir sigue siendo una aspiración innegociable y que la independencia de Cataluña será inminente si persisten en su empeño. Lo será porque el partido más acreditadamente separatista, ERC, está pactando con el PSC y PSOE. Y en el referéndum no les preguntarían sobre la independencia.

La unidad de España está en riesgo; la del separatismo, también. ¿Cuál se romperá antes? Confiemos en que la presión de los partidos españolistas a tiempo completo, o sea PP, Cs y Vox, y de la mitad del PSOE que también lo es, los Page y compañía, facilite a Sánchez incumplir sus promesas al PNV y a ERC. Entrenado en esas lides está.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Dos unidades en riesgo