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Traslado en ambulancia

El tránsito fugaz entre la vida y la muerte se efectúa en el interior de habitáculos en los que la existencia pende de un hilo salvador

Domingo, 31 de julio 2022, 23:57

Ni el estridente ulular de sus sirenas, ni el vistoso amarillo chillón de las carrocerías de las ambulancias, apenas suscitan interés desplazándose veloces, perfectamente integradas en el entramado urbano. Como señala Philip Larkin: «Herméticas como confesionarios/ se abren paso a través del ruidoso mediodía de ... las ciudades/ ajenas a las miradas absortas en ellas/ llegan para estacionarse en cualquier parte/ todas las calles, a su debido tiempo son visitadas». Aunque quizás sea demasiado pretencioso, como calificativo moral, apuntaría hacia otro rasgo de deshumanización, en acusado contraste con la expectación que su presencia despierta en pequeños entornos rurales. Allí, su aparición un tanto intimidatoria, auditiva y visual, convoca a buena parte del vecindario a las puertas de sus casas interesándose por el infortunado conocido, necesitado de esta intervención sanitaria. Puede que en estos pequeños detalles de convivencia resida ese plus de humanidad que tanto se demanda, cada vez más en trance de desaparecer de las relaciones humanas. Es un no sé qué indefinible, sentir algo por quien se desplaza atribulado en su interior.

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