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El trágala

Con el 'pin parental', el Gobierno regional no ha hecho otra cosa que cumplir la Constitución

Lunes, 27 de enero 2020, 09:48

Reina en España el felón absolutista Fernando VII. El general Riego se pronuncia en Cabezas de San Juan, comienza el Trienio Liberal, se obliga al Borbón a jurar la Constitución y es entonces cuando el Rey miente al decir: «Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional». Los liberales, para humillar a los absolutistas, inventan una canción, 'El Trágala', utilizada luego por las izquierdas para protestar contra el caciquismo y los diferentes modos de absolutismo. Y ahora estos sanchistas-comunistas quieren cantársela a los que aman la libertad, el respeto a los demás, la convivencia y la paz. No se puede empezar con peor pie la legislatura. Sánchez no aparece por Zarzuela para proponer al Rey el nombramiento de los ministros. Designa a una ministra diputada del PSOE fiscal general del Estado. Rehúye el control del Congreso cambiando la fecha del Consejo de Ministros. Se reúne con el inhabilitado Torra. Anuncia una rebaja de la pena del delito de sedición. Amenaza al Gobierno murciano con el conocido 155. Trágala va, trágala viene.

La propuesta del mal llamado 'pin parental' es sensata y constitucional: los centros de enseñanza deberán solicitar la autorización de los padres para que sus hijos asistan a determinadas actividades extraescolares impartidas por personal no docente ajeno al centro. El despliegue del Gobierno -tres ministras en rueda de prensa bramando contra esa medida adoptada por el Gobierno regional- me ha dado que pensar. Dice la ministra de Educación, la señora Celaá: «Los hijos no son de los padres», quizás del viento, que diría Zapatero, o de nadie, como el dinero público, que diría Calvo; atreviéndose además a anunciar un requerimiento al Gobierno murciano para que retire la instrucción y, caso de no obedecer, un recurso judicial e, incluso, la aplicación del ya por todos conocido artículo 155.

Señala la Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 23, apartado 3, que «los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos». Dice nuestra ley de leyes en su artículo 27, apartado 3: «Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones». El precepto constitucional no puede ser más explícito, constatando, además, la relación indudable de padres e hijos y quedando clara la patria potestad y la tutela. Los hijos son de sus padres, señora Celaá; no le vendría mal antes de tronar leer y pensar, su estrambótica aseveración está fuera de la historia, las costumbres, los derechos humanos y la ley. Y en cuanto al derecho de decidir qué formación religiosa y moral deben recibir los hijos, también el precepto es claro: la que esté de acuerdo con las convicciones de los padres. El Gobierno de la Región de Murcia, en este discutido punto, no ha hecho otra cosa que cumplir la Constitución, que es lo que sus componentes juraron o prometieron, y ustedes, vosotras, también, incluso el ministro Ábalos.

Y ahora viene mi interpretación del porqué de este arrebato: no es baladí que, instaurada en Murcia desde septiembre la obligación del permiso paterno, haya sido ahora cuando el Gobierno de la nación ha entrado en proceso histérico y agresivo. Lo de controlar la educación es un dogma comunista, copiado luego por gobiernos absolutistas y totalitarios. Lavando el cerebro a los más jóvenes se aseguran los tiranos la perpetuidad de su tiranía. Entre abrazo y abrazo, el comunista Iglesias habrá convencido al codicioso Sánchez de que si controla la educación, tiene asegurados los votos para mucho tiempo, afirmación que habrán apuntalado sus socios vascos y catalanes, que saben lo que las 'escolans' y las 'ikastolas' han contribuido al odio a España y a las ventajas del separatismo, inculcado a los menores por docentes independentistas sin que los padres hayan tenido la más mínima posibilidad de protesta.

El comunismo antidemocrático, liberticida y anticonstitucional solo teme a la calle; por eso cuando barruntan que algo que ellos quieren imponer es contestado por un número importante de ciudadanos, ponen pie en pared, sacan los 'tanques' e intentan acabar con la protesta. Cada vez que alguien en defensa de la libertad y la Constitución nos convoque a manifestarnos contra estos trágalas, allí estaré.

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