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«Hacer feliz a mi Currita». Mucho amor promete para el 2024 Fernando a su mujer, pero sigan leyendo que les tengo más amigos y ... más propósitos para el próximo año: matarile a los cinco kilos sobrantes, una casa en Playa Honda para Verónica, ojalá con vistas al mar, hacer surf y grabar un disco, desconexión digital. Paula no quiere parar de nadar y Angélica, más paciencia, clases de baile español y terminar la bufanda que empezó a tejer quién sabe cuándo. Para Agustín, un curso de pintura, un viaje a Cabo Verde y el camino de Santiago. Hay quien busca ser mamá. Myriam no quiere más, pero Anuca, sí: lujo, lujo por todas partes y no de Rolls-Royce, pelucones y diamantes, sino de todo aquello que damos por sentado, lo que no valoramos cuando lo tenemos y solo echamos de menos cuando no está.
¿Y yo? Sinceramente no estoy para muchas peticiones en este patético estado en el que me encuentro desde que empezara el año. Mi cuerpo por fin ha conseguido expulsar los venenos del alcohol que ingerí la noche del 31 pero el remordimiento del exceso me está matando. A esta resaca física y moral que puede llegar a durar hasta tres días lo llaman por ahí guayabo terciario por su duración y en recuerdo de la fruta de la guayaba que cuando está podrida o invadida de gusanos por fuera luce lozana. Para los malpensados: no me bebí hasta el agua de los floreros, el problema es que la igualdad en esto del bebercio es leyenda y las mujeres ante un mismo consumo somos más vulnerables que los hombres. ¿Y qué tiene la culpa de esta injusticia? El déficit femenino de la enzima alcohol deshidrogenasa que nos hace metabolizar peor los tragos. A las pruebas me remito: sé de más de uno que en la fiesta le dio al 'drinking' mucho más que yo y anda por ahí tan pancho mientras yo me arrastro ya varios días por el mundo cual gusano.
Si me hubiera bebido tres vasos de agua por cada copa otro gallo hubiera cantado, pero no, además cené poco, trasnoché mucho, bailé más y este cuerpo serrano hoy miércoles 3 de enero está para el arrastre. Pero por ustedes hago el esfuerzo y ahí va mi listado de propósitos para el 2024: desempolvar mi bici que tengo abandonada en el garaje, leer más, un viaje lejos, montar un huerto con mi padre, dejarme el pelo largo, un retiro de silencio, seguir cerca del mar y de lo importante. Esta columna de los miércoles está en mi lista de deseos para el año que viene, también que ustedes tengan un muy feliz año.
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