'El káiser de la Atlántida'

Tras décadas perdida, en 1972, H.G. Alder, amigo de Ullmann, entrega al director de orquesta británico Kerry Woodward la partitura de esta alegoría sobre la locura y la muerte que había sido rescatada del campo de concentración por el bibliotecario. Mientras, en su casa de Londres, la pianista y médium inglesa Rosemary Brown asegura componer música al dictado de algunos de los grandes compositores que ya la han palmado: Liszt controla sus manos durante unos pocos compases y ella después transcribe las notas; Chopin se las susurra y empuja sus manos hacia las teclas correctas; Schubert intenta cantar las melodías de sus composiciones y Bach se conforma con dictarle.

El destino quiere que Woodward y Rosemary se conozcan y yo transcribo lo que contó la médium de aquella tarde: «Mientras Kerry y yo hablábamos me di cuenta que de pie, en una esquina de la habitación, con Liszt junto a él, estaba el espíritu de un hombre. Describí este espíritu a Kerry y pregunté el nombre al espíritu. Respondió que era Viktor Ullmann quien comenzó a hablar con gran detalle acerca de la partitura, nombrando las páginas y compases exactos, y citando lo que estaba escrito en cada caso. Pidió que se añadieran una serie de modificaciones y adiciones».

Así se hizo, la ópera se estrenó en 1975 en Ámsterdam y qué osadía por mi parte pedirles creer en espiritistas y espíritus, pero esta es la historia y, si quieren saber en qué acaba uno de los actos de resistencia artística más desconocidos y valientes de la época nazi, no se pierdan en la web de CaixaForum+ el documental 'El káiser de la Atlántida', dirigido por Sebastián Alfie, que también relata el estreno de la ópera en el Teatro Real de Madrid a lo grande. De despedida, una pregunta: ¿habrían tenido la valentía de hacer una crítica a Hitler sabiendo que arriesgaban su vida y la de sus familiares? Yo no lo sé, pero ellos sí fueron capaces y merecen toda mi admiración y un sonoro aplauso.