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En la cosmovisión hindú el mundo se soporta sobre cuatro grandes elefantes que, a su vez, son sostenidos por una enorme tortuga. Lo interesante de esta, además de no saber si era macho o hembra, es que flotaba en el universo y se movía. Lenta pero constantemente se desplazaba y el mundo con ella. Al igual que la tortuga, de forma habitual, como individuos o como sociedad, tendemos a movernos y provocar cambios controlables, asumibles. Pero este movimiento pautado es, la mayoría de las ocasiones, imposible. A los hindúes les preocupaba la marcha de la tortuga ya que no era la única que existía y podía chocar con otras. A nosotros nos inquieta, nos interroga, qué encontraremos detrás de cada puerta, aunque no queramos abrirla. Quizás tenía razón Goethe cuando decía que «es peligroso aquel que no tiene nada que perder».

Si nos encontrásemos con la noticia de que unos estudiosos de Nueva Zelanda han podido demostrar que la tortilla de patatas la inventaron allí y que nosotros la importamos, nuestro pequeño mundo sufriría una grandísima catástrofe. Sin duda de las más importantes. Pero mientras esperamos que esto no pase nos encontramos inmersos, en pleno mes de agosto, entre las mascarillas y cuarenta grados a la sombra, con cuatro crisis que, sin quererlas, nos acompañan. Son como los cuatro elefantes de la tortuga hindú. Y la impresión es que el caos cada vez está más cerca de nosotros, pobres mortales que solo aspiramos a tomarnos un calimocho en paz.

La primera, y más terrible, es la sanitaria. Los datos muestran que la «vuelta a la normalidad», Sánchez dixit, está moviéndose hacia un incremento de los casos. Si miramos los últimos gráficos, a lo que se parecen es a una montaña rusa. Ahora estamos subiendo una de las cuestas antes de llegar al pico superior y empezar a gritar. Y siendo esto muy, pero muy, terrorífico, también lo es que la confianza en los datos que proporcionan las instituciones españolas no inspiran demasiada credibilidad y numerosos científicos están pidiendo rigor y veracidad en la información que se nos proporciona. ¿Afecta la confianza en los gobiernos y su eficacia en la resolución de un problema la incertidumbre sobre la información? Sin ninguna duda.

La segunda es la económica. Qué podemos añadir cuando los medios destacan que vivimos inmersos en la peor crisis económica desde la guerra civil, estamos más endeudados que nunca, confiamos en los fondos que puedan venir de la Unión Europea para enfrentar el gasto público y la reducción de este solo puede hacerse de una forma que nadie quiere ni pensar. La crisis ha manifestado, además, que el modelo económico basado en proporcionar alimentos y en el turismo, que no ha sido tocado desde los años 60, está agotado y nadie tiene recambio.

La forma de afrontar la crisis económica es uno de los motivos que explica la tercera, la política. La coalición gubernamental no hubiese mostrado sus profundas diferencias si la tortuga, en su caminar, hubiese enfrentado una legislatura 'normal'. Pero no ha sido el caso. La crisis sanitaria, la reforma fiscal, el acercamiento a Cs, la política hacia Cataluña, la renta vital, la gestión de los ERTE, etc., etc. han sido cuestiones que muestran, continuamente, las diferencias entre ambas formaciones. A ello se une la disputa por ser el macho alfa y lograr quitarse electorado mutuamente. A este enfrentamiento programático, electoral y de liderazgo se ha unido la crisis institucional provocada por las informaciones sobre Juan Carlos I. Evidentemente defendemos la presunción de inocencia. Parece que la mayoría de la población no entiende, o no le gusta, este principio. En los años 90 ya se escribía sobre lo mismo; pero la protección del mito, del régimen democrático y que la información solo está a disposición de unos pocos hizo que este tema no recibiera atención. Una mujer y un hombre despechados, y que defienden sus propios intereses, están dando munición para generar una profunda crisis institucional.

En Ciencia Política siempre se explica que para resolver los problemas, sin grandes costes para la ciudadanía, hay que enfrentar uno después del otro. Para el marxismo, para Podemos también, la agudización de las contradicciones en contextos de crisis favorece el logro de sus propios objetivos. En este caso, sin duda, ayudar a olvidar el nepotismo, la hecatombe electoral en las últimas elecciones y favorecer su lucha contra el PSOE para convertirse en el partido hegemónico en la izquierda. Teóricamente todo me resulta estimulante. Agudizar la tensión sobre los cuatro elefantes hindúes al mismo tiempo sin duda provocará la muerte de la tortuga.

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laverdad La tortuga