Pan y toros
VERITAS VINCIT ·
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VERITAS VINCIT ·
Sorprende que con tanto desastre, las encuestas sigan señalando a don Sánchez como el político más valoradoEn los principios del siglo XIX, reinando el felón Borbón Fernando VII, en una España arruinada, enfrentada, violenta y desprestigiada, dio en circular un panfleto ... que, atribuido al gran Jovellanos, rezaba así: «Haya pan y haya toros, y más que no haya otra cosa. Gobierno ilustrado, pan y toros debes proporcionarla para hacer con lo demás cuanto se te antoje, in secula seculorum. Amén». Desde entonces, pan y toros, años después, pan y fútbol, han sido el opio que gobiernos absolutistas, antiliberales, enemigos de la ilustración, han dado a las masas para mantenerlas entretenidas y evitar críticas, revoluciones y asonadas.
Poco ha cambiado desde aquella España pobre y desprestigiada, ni siquiera la dinastía reinante. Hogaño nuestro incapaz y totalitario gobierno social-comunista, intenta, cobijado bajo el paraguas de esta maldita pandemia y ayudado por medios de comunicación 'apesebrados', engañar a este noble y sumiso pueblo, ilusionándolo con promesas de grandes y fantasmales proyectos con los que conseguir máximo bienestar con el mínimo esfuerzo. Pero las cañas se le están volviendo lanzas a ese mentiroso psicópata que alterna su sillón en La Moncloa con el del Falcon. Ni pan ni toros. Con el pan por las nubes, con una inflación disparada, cuyos dígitos no los padecíamos desde hace más de treinta años, y sin un toro que llevarnos al capote, perseguida a muerte la fiesta que hasta hace bien poco era seña nacional por excelencia, solo nos queda el fútbol como reducto de libertad. ¿Saben mis lectores lo que se decía en tiempo de Franco cuando algún plumilla, naturalmente extranjero, criticaba la falta de libertad en España?: «¿Cómo que no hay libertad?, contestaban los prebostes del Régimen, cualquier español puede hacer una quiniela y elegir entre 1, X, 2». ¡Qué tiempos!
Sorprende que con tanto desastre, tanto disparate –la luz por las nubes, los precios subiendo como cohetes, la deuda en términos de quiebra, el paro incontrolable, la pandemia desbocada, los independentistas más chulos que nunca, los filoetarras aclamando a sus ídolos asesinos sin que nadie con autoridad lo impida, ministros enseñando día a día sus intelectuales vergüenzas y campando por sus respetos como pollos sin cabeza con un presidente solo pendiente de su ombligo– las encuestas sigan señalando a don Sánchez como el político más valorado y con perspectivas de ganar las próximas elecciones.
¿Qué está pasando?, nos preguntamos una y otra vez algunos españoles atónitos, preocupados, temerosos del porvenir, el nuestro naturalmente porque el de ellos, de ser ciertas las encuestas, lo tienen más que asegurado. Algún comentarista político, quien asegura que esta posición de don Sánchez en el 'ranking' se debe a la «flojera de los de la oposición», ilustra su tesis con aquello de que en el país de los ciegos el tuerto es rey; pero digo y sostengo que en el país de los ciegos el tuerto no reina, está en la cárcel, aislado e incomprendido. Siento llegar a esta conclusión y pensar que España está poblada de ciegos que ni ven ni ventean el peligro de esta infame gobernanza; creen estar bien dirigidos por un mesías salvador, que nos dirige hacia un ilusorio paraíso donde, sin dar un palo al agua, vamos a vivir como reyes ya que los dineros para gozar de esa situación lo van a poner a pachas nuestros ricachones y Europa. ¡Qué risa!, Esos ricos, que los hay, saben más que los ratones 'coloraos' y Europa está llena de calvinistas cuyo lema es 'Tanto tienes tanto vales', así que de paraíso terrenal, nada de nada. El que pudimos gozar despareció por culpa de una mujer, una manzana, y una serpiente y, a partir de entonces, el pan se tiene que ganar con el sudor de la frente y, como dijo San Pablo en una de sus epístolas a los tesalonicenses: «El que no quiera trabajar que no coma».
Esos ciegos que parecen, hoy por hoy, mayoría, son los que tienen confinados en la cárcel de papel a los tuertos: Casado, Abascal, Arrimadas y todos los que se oponen al ídolo de los invidentes, a 'Salvador' Sánchez. Confío, agarrado como un náufrago al salvavidas de la lógica, que el desastre de gestión, que está haciendo un inmenso roto en el bolsillo de la clase media, devolverá la luz a esos invidentes y, como le pasó al ciego en Tormes, les hará ver hacia dónde les lleva ese lazarillo Sánchez, pícaro embustero, y su cohorte de menesterosos ministros, asesores y paniaguados.
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