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A primera vista, parece resultar paradójico que en plena sequía histórica se estén demoliendo presas (108 en España, de las 239 desmanteladas en toda Europa), impidiendo su finalidad primordial que es la de almacenar el agua. El tema es más complejo de lo que parece, ... porque es poliédrico, y mucho más si se politiza, como ha ocurrido.
Estas actuaciones de demolición, obedecen a las 'Estrategias de la UE sobre Biodiversidad para 2030: traer la naturaleza de vuelta a nuestras vidas' y entre ellas está la que se refiere a los ecosistemas de agua dulce. Dice: «Se reforzarán la aplicación y el control del cumplimiento del marco jurídico de la UE sobre el agua y la naturaleza. Para ello, se recuperarán al menos 25.000 km de ríos para que pasen a ser de caudal libre, mediante la eliminación de obstáculos y la recuperación de llanuras aluviales». Obsérvese que la UE utiliza el vocablo eufemístico de 'obstáculos'; en otras ocasiones sus defensores ecologistas utilizan la palabra 'barreras', como si quisieran ocultar la realidad. El hecho de que no aparezca la palabra 'presa' lo justifican porque «lo que se está llevando a cabo de momento es la eliminación de azudes y pequeñas represas abandonados, sin utilidad ni apenas capacidad de embalse». Según el diccionario de la RAE, represa y presa son sinónimos y estas se construyeron con alguna finalidad, como almacenamiento de agua, laminación de avenidas, recarga artificial en acuíferos, lucha contra la erosión, etc. Lo que hay que analizar de una manera objetiva es si esta finalidad persiste o no. En este análisis no deben considerarse solo criterios medioambientales o económicos, sino también de patrimonio arquitectónico; porque demoler, por ejemplo, la presa de Almansa, que fue construida en el año 1384, ya que es relativamente pequeña, sería una actuación comparable a la que llevaron a cabo los talibanes en la ciudad de Petra. Otro de los argumentos de los defensores de la demolición es que «las obras hidráulicas tienen su ciclo de vida que contempla tres etapas: construcción, explotación y desmantelamiento»; esto para una central nuclear se cumple, pero para una presa, si está bien construida como la de Almansa, no tiene por qué cumplirse. Respecto a que las represas pequeñas a demoler «no solo suponen un grave problema ambiental, sino que también presentan un importante riesgo para la seguridad de las personas», hay que decir que ese riesgo lo presentan también los pantanos en explotación de mayor tamaño, aunque exista una supuesta vigilancia; solo depende del grado de prudencia de cada persona.
La existencia de presas es muy antigua (egipcios, romanos, árabes), de manera que se puede considerar que, lejos de tratarse de elementos que dañan el medio ambiente por su impacto visual, constituyen ya parte del paisaje, como un castillo en ruinas. ¿Vamos a demoler también estos castillos, por resultar inútiles?
Este tema se ha divulgado en los dos últimos meses apenas, en todos los medios de comunicación, a propósito de la propuesta, por parte del Gobierno de la nación, de demolición de la presa de Valdecaballeros (Badajoz), con la protesta enérgica de los vecinos de la zona. Dicha presa fue casi construida (porque está inacabada) en 1984, sobre el río Guadalupejo, con el exclusivo fin de refrigerar la central nuclear de Valdecaballeros, central que nunca fue puesta en marcha por la moratoria nuclear, pero que sí son utilizadas sus aguas para el abastecimiento urbano de los pueblos de Valdecaballeros y Castiblanco.
Ante la falta de utilización rentable de esta presa, por parte de sus propietarios, Endesa e Iberdrola, estas empresas deciden renunciar a la concesión, pasándosela al Estado, evitando así costes de mantenimiento; con la actuación destructiva está conforme también la Confederación Hidrográfica del Guadiana. Por tanto, los motivos para la demolición de esta presa, más que medioambientales, son económicos.
Un problema que surgiría, si se procediera a la demolición ahora, es el del abastecimiento a los pueblos referidos pues, aunque la toma que tienen es ilegal, no se puede dejar sin agua a la población ni un solo día. La Confederación Hidrográfica del Guadiana les ha prometido cambiar la toma a un nuevo punto situado unos 2 kilómetros más abajo, dentro del embalse de García de Sola; sin embargo, si se decide la demolición de la presa, los vecinos deberían exigir que las obras pertinentes de abastecimiento se realizaran antes de llevarse a cabo el derribo.
Resumiendo, diré que la demolición de las presas, que aconseja la UE para que el río circule libre sin obstáculos en su curso, hay que analizarla una a una, siguiendo razonamientos científicos y nunca políticos ni económicos, considerando el beneficio común y de la Naturaleza, incluso el papel que puedan jugar en el futuro estas presas, pues podría ocurrir que regresara la política nuclear, lo cual no es descartable, pues solo depende del signo político del gobierno que esté gobernando en cada momento. En cualquier caso, en la toma de decisiones no nos debemos llevar por fanatismos ecologistas exacerbados.
En una noticia de última hora (viernes 5 de mayo) se comunica que el Gobierno central ha retirado la orden de demolición de la presa de Valdecaballeros, evidentemente por motivos electorales; lo que demuestra que esta actuación no era muy popular.
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