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Cuando, armas al hombro, los soldados avanzaban hacia el campo de batalla, el sonido del tambor les marcaba el ritmo del paso y, cuando aceleraba ... su repiqueteo, aumentaba la tensión de las tropas y marcaba el inicio de la batalla. Eso era antes. Ahora las guerras no se libran en un campo de batalla determinado ni los ejércitos reciben órdenes mediante trompeta o tambor, entre otras muchas razones porque su sonido quedaría ahogado por el ruido de los tanques, tras los que avanza la infantería. Pero el simbolismo del 'tambor de guerra' sigue utilizándose para describir indicios que anuncian la inminencia de un enfrentamiento grave.
A pesar de los esfuerzos diplomáticos, en Europa suenan tambores de guerra que, a lo último nos mete el miedo en el cuerpo. Y no estamos acostumbrados. Ochenta años hace que los europeos no se matan entre sí (salvando las guerras balcánicas como consecuencia de la descomposición de la antigua Yugoslavia) y bien que nos gustaría seguir así, empleando el dinero en cosas de comer y no en misiles. Pero no. Lo que nos están diciendo ahora desde Bruselas es que nos preparemos, que recordemos el clásico latinajo 'si vis pacem para bellum' (si quieres paz prepárate para la guerra), que llenemos nuestras despensas de alimentos por si acaso y que invirtamos más miles de millones en armamento.
Los líderes de la Unión Europea ya lo escribieron hace un año, ante el avance de la guerra en Ucrania y ante la expectativa de que Trump volviese a la Casa Blanca. Ambas cosas han sucedido. La inquietud de entonces se ha convertido en la realidad de ahora que incluye al texto del documento presentado hace un año en el que adelantaba: «Debemos prepararnos para incidentes y crisis intersectoriales a gran escala, incluida la posibilidad de agresión armada, que afecten a uno o más Estados miembros».
El sonar de los tambores señala que hay que gastar más en armamento, lo cual, como era de esperar, provoca reacciones divididas entre la ciudadanía, además de reiterarnos la muy lamentable incapacidad de nuestros líderes políticos para llegar a un acuerdo. Servidor siempre estará por la paz. Porque, como dijo Gandhi, «un ojo por ojo y todo el mundo quedará ciego» y porque mantiene la utopía del Mayo del 68 francés, una de cuyas máximas decía: «¿Te imaginas que dijeran que hay guerra y no fuera nadie?».
Genial.
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