Secciones
Servicios
Destacamos
Tardamos una década en digerir los efectos de la crisis de 2008. Estallaba la burbuja inmobiliaria revelando 3 trillones de dólares diseminados en activos financieros sin garantías, denominados tóxicos. Aún peor, ignorábamos dónde se encontraban. La falta de información generó desconfianza. Los test de estrés bancario poco sirvieron. Las cajas se esforzaban en disimular sus cuentas y en no reconocer su mala gestión. El mal se hizo sistémico infectando al sistema financiero y a las economías familiares. Y acabamos tragando económica y socialmente. Rescates, primas de riesgo, crisis de deuda, paro y el BCE al rescate del euro.
Hace poco, cuando estábamos conteniendo el aliento ante los indicios de otra posible crisis económica auspiciada por la guerra comercial, el débil crecimiento y la deuda, llegó el coronavirus y nos arrebató la respiración.
Según la OCDE, la crisis de la Covid-19 costará 1,5 puntos de crecimiento del PIB mundial, ¡1.300 trillones de dólares! Ante esto, ¿cometeremos los mismos errores del pasado? Otro Plan E mayor, sin más, solo conllevará un fiasco mayor. Alivio a corto plazo de síntomas y una larga enfermedad. Al despertar de aquellos estímulos, los activos tóxicos seguían por allí.
La clave es que los mercados son sensibles a los problemas de información. Sin localizar y atajar los focos del problema, la crisis tiende a extenderse. En la crisis de las 'vacas locas', desconocer dónde estaba la carne infectada supuso el cierre de los mercados de carne, con grave perjuicio para todos.
El confinamiento ante la pandemia, aunque preventivo, es ese cierre perjudicial pero única opción si no hay vacuna ni testeos masivos. Como con los activos tóxicos, los países que detecten fehacientemente (no estimativamente) los focos activos para realizar cuarentenas selectivas serán los que podrán salir antes de la crisis.
Así, no ayuda que nuestro testarudo Gobierno desoyera a la OMS el 3 y 11 de febrero sobre hacer acopio de material para afrontar posibles contagios masivos o que el 13 de febrero el ministro Illa desatendiera a la UE sobre el riesgo de desabastecimiento de medicamentos y equipos importados desde China aludiendo tener suficiente. Antes bien, se han derivado graves consecuencias en la infección de nuestros sanitarios (qué buen vasallo si tuviese buen señor) y número de fallecidos.
Muchos países perdimos el tiempo jugando en la orilla frente a un tsunami advertido por la OMS, en lugar de aprovisionarnos de test diagnósticos. Ahora solo nos queda un confinamiento que no es, en ningún caso, mérito del Gobierno, sino consecuencia de la falta de previsión y gestión. Solo quienes localicen los focos y los pongan en cuarentena, superarán antes la crisis. El resto, otra vez, digeriremos la desastrosa y testaruda realidad sin haber aprendido nada de la crisis anterior.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.