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Svante Pääbo, energía científica en efervescencia
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Esperamos que revele más secretos de lo que nos ha hecho sobrevivir, pues podría ser de gran utilidad para enfrentar enfermedades e infeccionesLos 'Homo sapiens sapiens' nos creemos los mejores, los reyes de la escala filogenética, pero no somos los mejores en casi nada. Sí somos capaces ... de aprender, de innovar y de desarrollar culturas diversas y muy complejas; y, sobre todo, mientras otras especies se han extinguido, el desarrollo de nuestro cerebro, con diferentes tipos de inteligencias, poder mental y la extraordinaria capacidad de adaptación, ha logrado que ocupemos cada rincón de este diminuto planeta llamado Tierra y que el 15 de noviembre seamos 'oficialmente' 8.000 millones de personas.
Los humanos somos muy diversos. Nos hemos perpetuado en los territorios más inhóspitos, en condiciones extremas de frío o de calor, del Ártico a los desiertos, en las selvas o en las alturas, enfrentando y superando peligros y dificultades, pero todavía queda mucho por conocer sobre cómo fueron nuestros ancestros o por qué conseguimos sobrevivir. En 2022, el comité del Premio Nobel de Medicina y Fisiología ha destacado una trayectoria científica excepcional en el estudio de los homininos y de los seres humanos extinguidos: la del paleoantropólogo suecoestonio Svante Pääbo.
Alfred Nobel estableció en su testamento que el Premio Nobel de Medicina (y Fisiología) fuera decidido por una comisión de profesores del prestigioso Instituto Karolinska de Estocolmo: la décima Facultad de Medicina en el 'ranking' mundial. El elegido este año destaca por los prolijos resultados de su laboratorio en el Instituto Max Planck de Antropología de Leipzig, por el inteligente e innovador planteamiento de soluciones y por la rigurosidad de sus interpretaciones. Ya en 2018 Pääbo obtuvo el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica.
Svante Pääbo nació en Suecia, de madre estonia. Al utilizar como primer apellido el de su madre, no se evidencia que es hijo ilegítimo de otro Premio Nobel de Medicina. Su padre, el doctor Sune Karl Bergstrom, era profesor de bioquímica e investigador en el Instituto Karolinska y, en 1982, obtuvo el Premio Nobel por sus seminales análisis y descubrimientos sobre las prostaglandinas.
Svante es paleogenetista, especialista en genética evolutiva humana. Se formó en la prestigiosa Universidad de Upsala, fundada en 1477, donde el gran Carl Nilsson Linneaus, creador de la taxonomía o clasificación de los seres vivos, fue profesor de botánica. Linneo fue quien acuñó el término de 'Homo sapiens'. El ambiente del campus universitario de Upsala, altamente creativo e inspirador, alimentó el espíritu científico de Pääbo. Pero, además, tuvo la fortuna de que su madre, Karin, licenciada en Química e investigadora, era una apasionada de la cultura y le transmitió el aprecio por las civilizaciones antiguas. En un viaje a Egipto, con apenas 13 años, el joven Svante quedó fascinado y sus primeras investigaciones genéticas las realizó en momias.
Posteriormente Pääbo se centró en los humanos extinguidos, los homininos. Aplicó a la paleoantropología las novedosas tecnologías moleculares de análisis del ADN desarrollando la especialidad de paleogenética. Con entusiasmo y rigor ha colaborado con muchos investigadores, incluidos los de los yacimientos de Atapuerca. Para aislar y analizar el DNA arcaico, que no solo estaba degradado sino también contaminado, tuvo que perfeccionar cada uno de los métodos. Mejoró la eficiencia de las técnicas y se rodeó de colegas de otras disciplinas, como especialistas en secuenciación, en paleoantropología, en informática o en genética de poblaciones.
Descubrieron el gen FoxP2 o gen del lenguaje y, posteriormente, definieron la cartografía del ADN de especies prehistóricas. En 2008, a partir de la falange de un individuo de hace 40.000 años, reconstruyeron el genoma de los denisovanos, línea asiática prehistórica, y evidenciaron que compartían genoma con australianos y asiáticos modernos. Así, concluyeron que estas especies diferentes no solo coexistieron y se encontraron, sino que se cruzaron (como había sido demostrado en elefantes y en osos). En 2010, al comparar el ADN de neandertales con el de humanos modernos, afirmaron que nosotros compartimos del 1 al 4% del genoma neandertal y dedujeron que humanos modernos y neandertales, que coexistieron en Eurasia durante más de 20.000 años, también debieron cruzarse.
Ese 1% al 4% de ADN común tiene importancia cualitativa, ya que ser portador de esos genes aumenta la vulnerabilidad ante patologías muy frecuentes en nuestra sociedad actual como la diabetes tipo 2, el lupus, la enfermedad de Crohn, la cirrosis o la sensibilidad ante la Covid-19, recientemente publicado por el nuevo laureado.
La energía científica de Svante Pääbo está en efervescencia y leer sus publicaciones es un placer intelectual. Esperamos que revele más secretos de lo que nos ha hecho sobrevivir como especie ya que podría ser de gran utilidad para enfrentar enfermedades, infecciones o el secreto de la longevidad.
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