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Solo 24 horas le ha durado a Stanislav Voltman el local de kebab que abrió en Moscú. Se llamaba 'Stal'in Doner' y entre las dos palabras del letrero estaba el careto de Stalin. Le dio tiempo a vender 200 kebabs, que no está mal para un sitio nuevo. Pero las protestas fueron más. Pretendía hacer ruido, aunque no tanto. También tuvo felicitaciones. Tenía como especialidades el Stalinskaya o el Beria y en el local había un cartel en el que ponía: «Ahora la vida es mejor, ahora somos más felices» (un lema acuñado por Stalin). Lo curioso (o no) es que a un 70% de los rusos la contribución de Stalin a la Historia les parece positiva. Es un hijo de..., pero es el nuestro, supongo. Porque Voltman estaba un poco extrañado: «Me preguntaron si tenía la cabeza jodida. Ni que hubiera usado a Hitler como nombre de mi tienda». Y, claro, me he acordado de lo de siempre. Del grito de aquellos gitanos siendo desahuciados: «¡Ni que fuéramos negros!».
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