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Sobre la fragilidad y la vejez

En este contexto cabe recabar la conciencia social, con acciones voluntarias para mejorar las condiciones de los años finales de la vida

Lunes, 14 de marzo 2022, 01:36

Se dice que es frágil aquello que cede con facilidad ante cualquier agresión, siendo proclive además a sufrir deterioro y romperse por su debilidad y escaso vigor. Aplicada a la salud sería esta una percepción de vulnerabilidad, en términos genéricos. La que se tiene en ... cuanto concierne al cuerpo humano respecto de la vejez, propenso a sufrir enfermedades. Incluso subyace de modo inconsciente la idea de que se trata de una condición irreversible, que se correlaciona de un modo seguro con la posibilidad de caer enfermo. Algo inalterable. Cuando la realidad es que, por ser una condición que implica a diversos factores, resultan factibles soluciones que detengan una deriva perniciosa. Estas reflexiones vienen a colación porque, durante meses, hemos asistido al sonsonete diario del recuento del número de afectados por el coronavirus, rematado con el colofón de aquellos que no han podido superar la infección y han fallecido. En este inacabable goteo de bajas se ha resaltado en todo momento la edad. Aunque ninguna franja se ha visto exenta de sufrir la enfermedad, esta se ha cebado con especial intensidad y consecuencias mortales en el conjunto de personas muy mayores. Sin embargo, y en un tono de esperanza, es posible –y más todavía a la luz de lo que nos ha enseñado esta terrible pandemia– arbitrar soluciones para revertir, con las medidas oportunas de soporte, esa fragilidad apuntada y minimizar el impacto de llegar a sufrir una dolencia grave. Se daba casi por hecho que la evolución fatal era una condición asociada sin más a la vejez.

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