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¿Para qué sirve la democracia?

El imbécil siempre es el otro, nunca uno mismo. Por eso es necesaria

Sábado, 9 de enero 2021, 00:40

¿No opina usted que el problema de la democracia es que los imbéciles votan? Piénselo. Está rodeado de imbéciles, incluso tal vez un cuñado suyo lo sea. Ha tenido que borrar en los últimos meses varios contactos de WhatsApp y ha bloqueado a más de uno por imbécil. El presidente del Gobierno, o el vicepresidente, o el de su comunidad autónoma, o su alcalde tal vez también sea imbécil. O todos, quien sabe.

El imbécil siempre es el otro, nunca uno mismo. Por eso es necesaria la democracia.

También es necesaria la democracia porque el mundo se rige por ideas a veces poco humanas. Quiero decir que ser imbécil es malo en el plano teórico, pero no ser parte de la mayoría dominante lo es a efectos prácticos. El mundo es profundamente injusto e imperfecto. Parece una de esas frases que se dicen cuando no se tiene nada que decir, pero en cada paso que damos encontramos esa irregularidad, incluso en las cosas que parecen intrínsecamente buenas, como las vacunas contra la Covid. Si los que contrajeron el sida en los 80 y los 90 no hubieran sido, en su mayoría, homosexuales primero y toxicómanos después ¿habría el mundo desplegado el esfuerzo que se ha hecho para que las vacunas actuales lleguen en tiempos milagrosos o hubiese tardado casi 40 años en llegar la curación definitiva? En este mundo cruel nada es verdad ni es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira. Ser negro, o maricón, o mujer, o todo lo que no sea ser varón blanco caucásico y vivir en el hemisferio norte es malo en un mundo lleno de imbéciles.

La permanencia en el poder de las personas equivocadas lleva a la institucionalización de sus malos instintos

Todos pensamos que somos buenos. Hitler lo pensaba, como Stalin, Mussolini, Franco... todos estamos actuando justamente, salvo que sea necesario ser crueles o malvados. En ese caso seremos malvados y crueles, pero es que era necesario. ¿Quién dice que era necesaria la violencia o el mal? Nosotros, medida universal de todo lo que nos rodea y de todo lo que imaginamos. Comimos del árbol de la ciencia. Todos probamos la manzana que nos dio el conocimiento a través de la madre Eva, pero no parece que a todos les hiciese efecto. Muchos siguen libres de toda sabiduría. Sí. Una parte significativa de la población mundial es imbécil. Esta estimación se apoya en el asalto al Capitolio de Washington. Aproximadamente la mitad de los votantes republicanos apoyan la asonada (me encanta esa palabra). Es algo menos de un cuarto del total del electorado yanqui. Bueno, yanquis algunos, en los telediarios vimos mucha bandera confederada junto a camisetas nazis. En la cúspide de la violencia fascista desplegada y retransmitida en directo hubo un momento epocal, y fue cuando uno de aquellos paletos se sentó en el sillón del presidente. Durante unos minutos un imbécil usurpó el símbolo del poder. Dirá usted que habitualmente es así, pero dejemos las bromas para luego. El caso es que aquel hombre se sentó en el lugar del vicepresidente Penn y se fue vivo porque era blanco. Si fuese negro estaría muerto. Todos los asaltantes eran blancos menos uno. Todos varones blancos caucásicos y residentes en el hemisferio norte. Muy pocas mujeres, entre ellas la primera víctima mortal. Las estadísticas se empeñan en mostrar el mundo como es: injusto y arbitrario.

Pero ¿para qué sirve la democracia?

En primer lugar para que yo pueda escribir este artículo sin ir a la cárcel ni que me maten o torturen. En segundo lugar para que los imbéciles que asaltaron el Capitolio puedan votar. Desde nuestra lógica sana aquella es gente que no debería tener ese derecho, después de dar un golpe de Estado con muertos. Tendría lógica en nuestras sanas cabezas, pero nadie nos garantiza que, una vez logrado el poder, por ser los más sanos o los más fuertes, no nos volvamos locos tiranos y decidamos acabar con todos aquellos imbéciles. El poder debe ser transitorio porque nuestro razonamiento envejece con nosotros, eso lo ha dejado claro la historia en la senectud de todos los dictadores.

La democracia sirve para que, un día, ser diferente no sea malo. La permanencia en el poder de las personas equivocadas lleva a la institucionalización de sus malos instintos, y uno de los que recurrentemente exhibe la historia es el odio al diferente. Y recordemos que el mundo lo controlamos los varones blancos caucásicos, etc.

La democracia sirve para que sigamos adelante a pesar de los imbéciles, para que la educación no esté en manos de tiranos y así poder soñar que nuestros hijos vivan un mundo mejor, libres de imbéciles. Ese mundo mejor es hoy solo posible mediante la democracia y la alternancia de partidos. La imperfección del sistema democrático se sustenta en la imperfección del ser humano, por eso es necesaria la duda, el tanteo, la constante mejora, con el fin de llegar algún día a reducir tanto el número de imbéciles que ninguno de ellos asalte un parlamento por instigación de un listo.

Finalmente la democracia sirve para corregir errores, para que dentro de 11 días el presidente de Estados Unidos, un mal hombre, racista, egoísta, rastrero y criminal sea relevado en el poder en un país que, a pesar de todos los pesares, tiene una democracia tan fuerte que ha resistido a un presidente corrupto y un tercio de imbéciles entre sus votantes. Aprendamos.

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