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Hubo un tiempo en que las cámaras de la tele pública tenían incorporadas luces antiniebla. La televisión de antes no se veía, más bien había que adivinarla entre el humo. Todo el mundo, incluyendo no fumadores, fumaba muchísimo en los programas (y hasta pedía whisky ... con hielo al realizador). Después de una maratón televidente de fin de semana a los niños había que sacarlos a la ventana, a que se les quitara el olor a tabaco agrio impregnado por todos los programas que se habían tragado, como se hacía con las americanas tras volver de los bares de mala muerte en la madrugada. Uno de aquellos programas que veíamos los niños (bueno, sería más exacto decir oíamos) fue 'La Clave', los viernes noche, presentado por José Luis Balbín, que ha muerto esta semana después de ausentarse varias décadas en una neblina de tabaco latakiado especialmente densa. Ya no se ven, excepto en la televisión francesa, programas como 'La Clave'; ahora los programas pueden efectivamente verse bien, el problema es que ya no hay nada interesante que echarse a los ojos.

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laverdad Silencio, se fuma