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Siempre el poder

La sombra del peso de la ley hizo por fin confesar a Plácido Domingo

Viernes, 28 de febrero 2020, 03:41

Otelo, la obra de William Shakespeare que Giuseppe Verdi convirtió en ópera, es una de las favoritas del tenor Plácido Domingo. En el último acto, Otelo, esposo de Desdémona, la mata por celos, con todos sus derechos por su estatus de marido y prócer de la patria, pero cuando es consciente de lo que ha hecho y repasa su vida de triunfos y glorias, saca su daga y se apuñala. El tenor pidió perdón esta semana por el dolor que causó a sus compañeras de profesión, y aceptó toda la responsabilidad por las acciones denunciadas en los últimos meses. Por fin, la sombra del peso de la ley le hizo confesar su culpabilidad, emitiendo un comunicado plagado de justificación y reconocimiento de un entorno de inocente inconsciencia.

Francamente, lo que esconde y reconoce el documento me ha atascado la garganta, como si tuviera un sapo que no acabara de poder tragar, porque ese ha sido el caballo de batalla de las mujeres de mi generación, y me cuesta explicar lo difícil que ha resultado enfrentarse a ese poder atávico de ciertos hombres que ni siquiera eran capaces de reconocer la facultad de la mujer para rechazarlos. Plácido Domingo tiene razón, y ese es el sapo, cuando declara: «Las reglas y valores por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado». Pues sí, señor Domingo. Afortunadamente son muy distintas, pero algunas de sus compañeras, las que usted contrataba, no encontrarán consuelo en su justificación.

Unas cuantas generaciones de mujeres entre las que me incluyo hemos ido a entrevistas laborales sabiendo que nuestra formación profesional pesaba bastante menos que nuestra condición de mujer, y antes de entrar en el despacho de quien debía considerarnos aptas para un puesto de trabajo sabíamos que si la naturaleza había sido generosa con nosotras, podríamos tener la posibilidad de que el empleador quisiera utilizar el comodín que llevaba entre las piernas para que la balanza cayera de nuestro lado.

Que hayan hallado culpable de violación y delito sexual a Harvey Weinstein en Estados Unidos es un gran logro para nuestra civilización. Y lo es no solo porque se reconoce a las víctimas, sino porque por fin el abuso del poder ejercido por algunos hombres se pone en cuestión. Todos, hombres y mujeres, hemos debido adaptarnos, a medida que la vida cambiaba el libreto, pero la administración del poder, desde que el mundo es mundo, ha sido ejercida con desigualdad moral por quienes carecían de ella. Yo me alegro de que, al paso que vamos, ya no tendré que seguir previniendo a mi hija de lo que puede encontrarse en el despacho del 'jefe'.

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