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El señor Santiago y otros pobres mortales

VERITAS VINCIT ·

Doña Patricia calentando, don López rezando, los defenestrados esperando, y nosotros, pobres mortales, penando por tanta necedad

Lunes, 21 de marzo 2022, 02:59

En el año 37 de nuestra era, Jacobo, hijo del Trueno y Santiago después para los cristianos, desembarca en el puerto de Santa Lucía en ... la Cartago Nova romana, procedente de Joppe, hoy Jaffa, acompañado de su discípulo Basileo, luego San Basilio y primer obispo de la diócesis, con el encargo de los apóstoles de evangelizar Hispania. En el atrio de la parroquia que lleva su nombre en el barrio de pescadores de Cartagena una lápida recuerda que justo en este lugar empezó la difusión de la luz del evangelio. El señor Santiago partió hacia la Bética, la Tarraconensis y otras regiones hispánicas, lleno de fe y portando el mensaje evangélico de su maestro, pero tropezó con un pueblo individualista, pegado a sus viejas creencias, a sus dioses, a sus inveteradas costumbres. Ya en Cesaraugusta, hoy Zaragoza, desesperado por la cerrazón de los hispanos que nada entendían, ni querían entender, de las enseñanzas de Cristo, comunicó a sus acompañantes su decisión de abandonar la sagrada misión. Y fue entonces cuando la Virgen María, que en Éfeso descansaba de tanto padecimiento, vino a aparecérsele en carne mortal, para darle ánimos, pedirle que no se rindiera y asegurarle que mientras sobre ese Pilar, en el que estaba, Ella se mantuviera, Hispania sería, por los siglos de los siglos, proclive a su amado Hijo.

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