Saturno Sánchez (SS)

Con su barba blanca, aspecto de anciano avejentado y devorando a sus hijos, Saturno simboliza el tiempo como algo devastador y limitado. Goya lo representó como nadie y, admirando ese gran cuadro, me viene a la memoria la imagen de Pedro Sánchez y sus saturnales hazañas: desde que se encaramó al sillón, el presidente no ha parado de devorar a los hijos que lo ensombrecen sin que le tiemble la mandíbula y sin que el remordimiento nuble su ser.

Para mantenerse en el disfrute del poder, al que se aferra y utiliza, no para lograr la prosperidad de su patria y el bienestar de sus gobernados, sino para alimento de su ego y sus enfermizas ansias de mando, necesita rodearse de mediocres y serviles que no cesan de alabarle mientras le llevan el cenicero. Cuando teme que alguien pueda brillar no duda en devorarlo. Le molestan las instituciones, rechaza el equilibrio de poderes y en su mente dictatorial no cabe ningún contrapoder, ni institucional ni personal. Hasta ahora ha tenido enfrente a un PP tocado por la corrupción 'rajoyista', desnortado desde la moción de censura, aunque ahora parece que está enmendando rumbo y estrategia; un partido, Ciudadanos, que se autodenomina liberal y centrista, pero que no da una en el clavo, y otro partido, Vox, que está ejerciendo una dura oposición y por eso se le persigue y se le demoniza a través de los medios de comunicación lameculos del Gobierno. Si añadimos que la mayoría de los españoles están atemorizados por el ataque de ese virus peligroso, podemos explicar que Saturno Sánchez no haya saltado ya por los aires.

Para alzarse con el santo y la limosna, SS ha pactado con una panda de comunistas de la peor ralea y unos independentistas maestros del chantaje, voraces hasta decir basta, a los que ha regalado poder, indultos y euros a manos llenas, aun sabiendo que esos dineros que no son suyos sino nuestros deberían destinarse a conseguir dinamismo económico, atender necesidades sociales e invertir en mejorar la sanidad, la educación, las comunicaciones, la defensa, pero se cisca en todo y lo que hace es alimentar la rebelión, el independentismo y la debacle de la nación.

Empeñado en acabar con la independencia del poder judicial –cosa esta que le viene de antiguo, recordemos la frase de don 'Arfonzo': «Montesquieu ha muerto»–, se ha llevado la mayor bofetada del más alto tribunal: resulta que los españoles fuimos privados de un derecho fundamental utilizando un instrumento inadecuado para, torticeramente, disfrutar de un poder que no le correspondía. Por más que ha presionado a los magistrados, no ha conseguido parar la sentencia que le costará muy cara. Está obligado a dimitir o convocar elecciones, pero no lo hará: su concepto de democracia tiene un cierto aroma cubano, por eso se resiste a llamar dictadura al odioso y totalitario régimen castrista.

Ha de antiguo la costumbre de utilizar el periodo comprendido entre la Virgen de julio y la de agosto para dar algo de reposo y gusto al cuerpo; es tiempo de descanso a la orilla del mar o de la montaña, paseos, lectura, buenas compañías y mejores condumios. Por cierto, si alguno de ustedes aprovecha estos días para darse una vuelta por Berlín vaya al Museo de las Culturas Europeas donde, bajo el título 'Murcia, jardín de Europa', a partir del 5 de agosto se muestra una exhibición completa de nuestra querida tierra. Aprovechen para cargar pilas, dejen los reproches para más adelante y disfruten a tope, recomendación que hago extensiva a los hijos devorados políticamente por Saturno Sánchez (SS): tiempo tendrán, tras el interregno vacacional, de planificar, como hizo Júpiter, la derrota del cruel padre devorador y, si lo consiguen, podrán desproveerlo de su condición de dios de plastilina y devolverlo a la tierra. Propongo como destierro Cuba, donde Saturno Sánchez (SS) encontraría ese paraíso al que él, con sus socios comunistas y algún que otro socialista, nos quieren mandar.